MADRID, (AFP).- La red de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela ganó ayer el premio Príncipe de Asturias de las Artes 2008 por unir calidad artística con el objetivo de "mejorar la realidad social".
El galardón le ha sido concedido a esta red por unir "la máxima calidad artística y una profunda convicción ética aplicada a la mejora de la realidad social", afirmó el presidente del jurado, José Lladó y Fernández-Urrutia, al leer el acta del premio en Oviedo (Asturias, norte de España).
Las Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela se impusieron en las preferencias del jurado a los otros finalistas, el arquitecto japonés Tadao Ando y el director orquesta y compositor francés Pierre Boulez, precisaron los organizadores.
El Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela (FESNOJIV) fue creado por el músico y economista venezolano José Antonio Abreu hace 30 años para intentar ayudar a los jóvenes más desfavorecidos a través de la música.
"En colaboración con primeras figuras de alcance universal, el sistema creado por el maestro Abreu ha formado a directores e intérpretes del más alto nivel, a partir de una confianza audaz en el valor educativo de la música para la dignidad del ser humano", añadió Lladó y Fernández-Urrutia.
La Red, creada en 1975, se ha convertido en "un excepcional movimiento social y educativo para la difusión del arte", según los organizadores de los premios, que recuerdan que en ellas participan "más de 15.000 profesores de distintas nacionalidades que han impartido clases a más de 600.000 jóvenes y niños de todo el país, con especial atención a los de menos recursos económicos".
"Es un indescriptible honor recibir el premio", declaró el venezolano Gustavo Dudamel, director de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, formado en el Sistema de Orquestas de su país. El joven director, de 27 años, dirigió el pasado fin de semana por primera vez a la Orquesta Nacional de España (ONE). Dudamel dijo de Abreu que "no existen palabras suficientes para agradecer el habernos brindado un camino lleno de posibilidades y la oportunidad de celebrar la vida a través de la música", que "puede salvar vidas rescatando las ilusiones de centenares de miles de niños y jóvenes".
El músico declaró que el premio supone para él mismo "un gigantesco estímulo para seguir tocando y luchando" y "continuar multiplicando por millones esta hermosísima idea que, sin duda, puede cambiar la sociedad brindando sensibilidad, fe y esperanza a las futuras generaciones". El premio "es un gran acierto porque este proyecto demuestra como pocos el carácter existencial de la música" que, "más que una profesión es una forma de vida", alabó el director argentino-israelí Daniel Barenboim, Príncipe de Asturias de la Concordia en 2002.