Miércoles 21 de Mayo de 2008 Edicion impresa pag. 45 > Deportes
OPINION: El corazón Fuerte de un "Apache"

De los potreros de Fuerte Apache, en los que pateaba descalzo, enfrentando por dinero a jugadores mayores que él, y refugiado en su hogar cuando oía balazos por las noches, Carlos Tevez jamás habrá podido imaginar su presencia hoy en Moscú, en la final inglesa de Liga de Campeones, entre su equipo, Manchester United, y el Chelsea del ruso Roman Abramovich.

El Barrio Ejército de Los Andes pasó a llamarse Fuerte Apache, como la película de John Ford, después de un tiroteo feroz en la puerta de la comisaría. Treinta mil personas viven allí en 4.657 viviendas, divididas en 22 monoblocks de tres torres cada uno, con una población que aumentó en 1978, cuando la dictadura militar ocultó a los pobres de la prensa internacional y de los turistas que llegaban por el Mundial.

"Si no fuera futbolista hubiese sido cartonero", dijo una vez Tevez. También podría haber sido protagonista de los casi veinte delitos diarios que ocurrían en su infancia en Fuerte Apache, catorce de los cuales implicaban a menores de edad, como era "el manchado", según le decían a Carlitos en el barrio, por la cicatriz que va de la oreja derecha al centro del pecho, por la pava con agua caliente que le cayó encima mientras gateaba.

Tevez algo habrá comenzado a intuir cuando tenía 13 años y el Boca de Macri lo sacó de All Boys, por apenas 10.000 mil dólares, para hacerlo debutar a los 17, el 21 de octubre de 2001, con un corazón que hizo delirar a los hinchas, un estilo opuesto al de otro ídolo, Juan Román Riquelme, con el cual, según cuentan, nunca se llevó muy bien, pese a las formalidades y declaraciones de rigor ante la prensa.

El sueño de Tevez cobró aún más forma cuando fue goleador y figura en el oro olímpico de Atenas 2004 y cuando Boca lo vendió a Corinthians por la cifra record de 20 millones de dólares. La cifra y la forma de pago, al contado, fueron el más claro indicio de que Tevez tenía un nuevo patrón peligroso, la mafia rusa, como sintetizó la prensa al extraño grupo MSI del iraní Kia Joorabchian y los dineros del ruso Boris Berezovski, paradójicamente, un ex socio de Abramovich, en una operación que fue llevada a juicio por la justicia de Brasil, pues movió dineros desde paraísos fiscales y cuentas no declaradas.

Después de consagrarse campeón e ídolo en Brasil, su patrón lo llevó al West Ham, pero el negocio no cerró bien, debió soportar que lo relegaran al banco de suplentes, salvó luego al equipo del descenso, fue ídolo y así llegó al poderoso Manchester United, que todavía deberá pagarle unos 60 millones de euros al verdadero y en realidad desconocido patrón de Tevez. La ficha, en realidad, sigue siendo del West Ham del islandés Bjorgolfur Gudmundsson, uno de los tantos y extraños patrones foráneos que dominan al fútbol inglés.

Así como pasó de Fuerte Apache al Teatro de los Sueños, como se llama a Old Trafford, el mítico estadio de Manchester United, Tevez, juegue o no como titular, es la gran presencia argentina en la final más importante a nivel de clubes que ofrece hoy el fútbol mundial. Se lo ganó con el mismo corazón que le permitió crecer en Fuerte Apache.

 

EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES

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