Los derechos de exportación, así como los subsidios, son establecidos por los estados nacionales siguiendo una línea de política económica. Cuando fijan subsidios a las exportaciones lo hacen con el fin de promover determinadas actividades que se entiende son de interés del país; en cambio, cuando la autoridad económica establece derechos sobre las exportaciones -retenciones- lo hace, generalmente, con dos propósitos principales: 1) estabilizar los precios internos de las materias primas, desarrollar determinados sectores o favorecer industrias incipientes e 2) incrementar los ingresos públicos para atender situaciones de emergencia y beneficiar a determinadas regiones menos favorecidas por la naturaleza. En el primer caso las retenciones son de tipo específico, recaen sobre determinados productos, y en el segundo son generalizadas, gravan una amplia gama de ellos, como ocurre en nuestro país.
En realidad, la experiencia indica que las retenciones a las exportaciones se establecen con un objetivo que es una mezcla de los dos anteriores, en especial en los países subdesarrollados. Una de cada cuatro naciones -alrededor de cuarenta- integrantes de la Organización Mundial del Comercio (OMC) aplica retenciones a las exportaciones. A partir de este año China las impuso a las ventas al exterior de cereales, oleaginosas y sus derivados. El gobierno chino justificó la medida en el déficit de oleaginosas y cereales que vivía el país debido al fuerte aumento de los precios de los alimentos de finales del 2007. Mucho más severos en porcentajes han sido los derechos aplicados a la exportación de fertilizantes, con tasas superiores al 100%, medida que ha explicado el Ministerio de Finanzas de ese país diciendo que se procura asegurar la provisión interna de ese agroinsumo.
En la Argentina coexisten los dos tipos de retenciones que se expusieron al principio. Muy importantes -por su volumen- son las que gravan los productos del agro, que fueron impuestas a partir del 2002 y se incrementaron paulatinamente hasta alcanzar a fines del 2007 una franja que va del 27,5 al 35% según el producto. Los recursos obtenidos a través de las retenciones fueron en un 92% generados por seis provincias; en orden de importancia: Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Santiago del Estero y Chaco.
El 11 de marzo último se estableció un sistema de retenciones móviles que implicó un aumento considerable de los porcentajes existentes hasta entonces. El actual esquema de derechos de exportación móviles establece bandas de precios por tonelada, una escala progresiva de retención dentro de cada banda o tramo de precios según el producto y un porcentaje marginal sobre el importe que exceda el primer escalón del tramo. En el caso del maíz, en el tramo de precios que van de los u$s 261 a los 300 el porcentaje de retención fijo es del 32 al 40% y además el excedente de u$s 261 tributa una tasa marginal del 93%. Para un precio de u$s 275, la retención fija ha de ser del 35% y la parte marginal sobre u$s 15 será del 93%. El total de la retención en este ejemplo es del 40,1%. Pero dejando los números por el momento, es de destacar que cuanto más volumen exporte y con precios cada vez más altos el productor-exportador es de esperar que tenga una tasa de ganancia cada vez menor; nunca podrá alcanzar el porcentaje anterior de ganancia por más cantidad que exporte y mejor precio que obtenga. Esta proyección ha de desalentar la inversión en producción y comercialización para próximas campañas. Mientras tanto, en el comercio internacional y en el mercado interno la demanda es creciente.
Este efecto perverso, no deseado, se puede ver más prácticamente apelando a los antiguos, esta vez recordando la famosa paradoja de Zenón que se refiere a Aquiles y la tortuga. El guerrero más hábil, el más veloz de Grecia, el de los pies alados, acepta el desafío de correr una carrera contra una tortuga, siendo diez veces más veloz que ella. Seguro de sus posibilidades, le da un apreciable trecho de ventaja. Al darse la salida, Aquiles recorre en poco tiempo la distancia que los separaba, pero al llegar allí advierte que la tortuga no está, que ha avanzado lentamente un pequeño trecho. Sigue corriendo por ese pequeño trecho de ventaja pero al llegar al sitio donde se encontraba la tortuga ésta ya no está allí sino un pequeño trecho más adelante y así sucesivamente. De este modo Aquiles nunca ganará la carrera, porque la tortuga estará siempre delante de él.
Volviendo a las retenciones móviles, a contrario de como vienen las cosas, todos deseamos que los productores produzcan más y que los exportadores abran nuevos mercados y consigan nuevos clientes, que haya más actividad, más trabajo para todos y que los consumidores, preocupados por la actual perspectiva, tengan acceso a los alimentos sin bruscos aumentos de precios. Como está planteado, el conflicto es equivocado: los participantes, empacados -como se dice en el campo-, hacen todo para desalentar la actividad, aunque sin proponerselo así. También es de esperar que se les haga un lugar en la mesa de conversaciones y negociaciones a las organizaciones de defensa del consumidor.
ALEJANDRO JOFRÉ (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Contador público
