NEUQUÉN (AN)- Los integrantes de la Asociación Zainuco le pidieron ayer al ministro de Seguridad, Justicia y Trabajo, César Pérez, que les permitan ingresar a la cárcel durante el desarrollo del juicio contra 28 policías acusados de torturas, para verificar que los detenidos -que fueron víctimas y deben declarar como testigos- no sufren apremios ni amenazas. Hoy recibirán una respuesta.

En paralelo Zainuco presentará hoy un pedido a la Cámara Criminal Segunda, encargada de realizar el juicio que comenzará el lunes, para que les permitan subir a los móviles en los cuales trasladan a los detenidos. "Hay antecedentes de torturas y amenazas durante los traslados", dijo ayer Gladys Rodríguez, presidenta de la Asociación.

Los episodios de torturas que serán juzgados a partir del lunes ocurrieron en abril de 2004 en la Unidad de Detención 11, ubicada en el Parque Industrial. Hay 28 policías de distintas jerarquías -algunos ya retirados- que están imputados, y 52 personas -muchas de ellas, aún detenidas- declararán como testigos.

En los últimos días surgieron denuncias de apremios y amenazas contra los testigos que están presos. Por eso la Asociación Zainuco, que defiende los derechos de las personas privadas de su libertad, presentó un hábeas corpus para que "los trasladen a un lugar donde se garantice su seguridad antes, durante y después del juicio", explicó ayer Rodríguez.

Como la respuesta al recurso "no nos dejó satisfechos porque es ambigua", el organismo se reunió ayer con el ministro Pérez para pedirle que le permitan el ingreso a los pabellones de la cárcel provincial a fin de controlar que los testigos-detenidos no sean amenazados.

"El ministro quedó en contestar hoy", explicó anoche Rodríguez a "Río Negro".

Zainuco es querellante en la causa. El debate oral se realizará hasta el 3 de junio en la sede de la Cámara integrada por José Andrada, Héctor Dedominichi y Emilio Castro.

De acuerdo con la imputación, la violencia sobre los detenidos comenzó el 24 de abril de 2004 y terminó tres días después. Les arrojaron gases lacrimógenos, les dispararon balas de goma y los golpearon con bastones en la planta de los pies.