| No solamente arden en Nápoles las montañas de basura malolientes, quemadas por ciudadanos hartos de la inmundicia acumulada. Las llamas llegan hasta las barracas de las afueras de la ciudad donde se alojan de forma improvisada los gitanos. Los ciudadanos dieron rienda suelta a su indignación después de que una adolescente gitana de 16 años tratara supuestamente de robar un bebé. Napolitanos fuera de sí tomaron la "justicia" por sus manos y atacaron el asentamiento gitano de Ponticelli con cócteles molotov y piedras, obligando a sus habitantes a levantar sus campamentos de chapa bajo protección policial. En Roma, la policía asaltó de madrugada el mayor campamento nómade de la capital y detuvo a 50 extranjeros sin papeles. Los medios italianos hablan de "caccia agli zingari", la caza de los zíngaros. De los 160.000 gitanos en el país, la mayoría no tiene la nacionalidad italiana, aunque lleven décadas viviendo allí. En los últimos años aumentó el número de gitanos procedentes de Rumania a unos 60.000. Sus asentamientos en los suburbios de las grandes ciudades, bajo puentes y junto a las vías del tren, aumentaron de forma desaforada, junto con informaciones dramáticas sobre asesinatos, violaciones, prostitución, drogas y pequeña criminalidad. Berlusconi apretará las tuercas y la inmigración ilegal se convertirá en delito. Mientras que la ONU habla preocupada de una "situación balcánica" en Nápoles, el diario de Berlusconi "Il Giornale" enumera delitos atribuidos a los zíngaros, y dice que la capital se ve "sitiada" por ellos. | |