BEIJING, DUJIANGYAN, China - Más de 40.000 personas murieron, desaparecieron o quedaron sepultadas tras el terremoto que afectó el lunes el sudoeste de China, informaron fuentes oficiales ayer, cuando comienza a emerger el horror causado por el sismo devastador.
A pesar de lluvias torrenciales y rutas intransitables, los soldados chinos se afanaban por localizar supervivientes entre los edificios reducidos a escombros por el mayor sismo en China en más de treinta años.
Una mujer en su octavo mes de embarazo fue rescatada ayer después de pasar 50 horas bajo los escombros del terremoto, en medio de los aplausos de los exhaustos rescatistas.
Minutos después, los socorristas sacaron con vida a la anciana madre de la mujer embarazada, una de las escasas buenas noticias en la provincia de Sichuan, donde la cifra oficial de muertos por el terremoto del lunes llegó casi a 15.000. Pero otras cuatro personas seguían atrapadas bajo los mismos escombros, y las posibilidades de llegar a ellas eran escasas, dijo un socorrista.
Los trabajadores pudieron hablar con Zhang Xiaoyan, la futura mamá de 34 años, pero tuvieron que trabajar lentamente durante 50 horas para desenterrarla por miedo a un derrumbe de los escombros que formaban un techo sobre su cuerpo.
Una multitud que observaba la escena, la mayoría despojada de sus hogares por el gran temblor, estalló en una salva de aplausos cuando una pala mecánica alzó a Zhang del pozo y la depositó suavemente en el suelo.
Un equipo médico la llevó a una ambulancia entre rescatistas que alzaban los brazos con júbilo.
Casi 15.000 muertos, más de 25.000 personas bajo los escombros y otras 1.400 desaparecidas indicaba ayer el último balance oficial sobre el terremoto que sacudió el lunes el sudoeste de China.
Cientos de miles de soldados, bomberos y civiles se apresuraban por rescatar a los enterrados en Sichuan, en el sudoeste del país, bajo escombros de escuelas, fábricas y hospitales derrumbados tras el terremoto de magnitud 7,8 en la escala de Richter.
Mientras, helicópteros militares arrojaban comida y medicinas a los sobrevivientes del desastre que quedaron aislados, y las autoridades advertían sobre nuevas calamidades por el bloqueo de ríos y por embalses a punto de colapsar.
La magnitud de la catástrofe, que destruyó 3,5 millones de viviendas, obligó al primer ministro chino, Wen Jiabao, a trasladarse a la zona y coordinar las operaciones de rescate desde la ciudad de Dujiangyan.
El funcionario ordenó que se duplique la presencia militar en la región afectada y el número de soldados destinados a las tareas de rescate se elevó a 100.000.
En Mianzhu, donde ya se confirmaron miles de muertes, unas 500 personas fueron rescatadas con vida de los edificios derrumbados, mientras que en Hanwang, un pueblo cercano a esa ciudad, los equipos de salvamento mantenían a una niña con alimentos y agua mientras luchaban por liberarla de las ruinas de una escuela.
La reacción de los gobiernos de China ante el terremoto y de Myanmar (ex Birmania) ha sido fuertemente contrastante, según la evaluación de organismos internacionales de ayuda.
La lenta reacción de Mianmar a la devastación causada por el ciclón Nargis fue condenada por todo el mundo, mientras que la celeridad con que se movilizó China para hacer frente a un terremoto aterrador generó admiración. (AP, AFP, Télam)