Lunes 12 de Mayo de 2008 Edicion impresa pag. 24 y 25 > Sociedad
Un pueblo fantasma con animales hambrientos

PUERTO CÁRDENAS, Chile (AFP).- Una improvisada barrera custodiada por quince policías chilenos corta el paso de la única ruta que conecta con la localidad de Chaitén sobre el evacuado paraje de Puerto Cárdenas, donde ayer, apenas un puñado de vacas abandonadas deambulaba en busca de comida.

El cordón de seguridad fue montado el viernes sobre la ruta 7, en un escenario dominado por el majestuoso paisaje de la Cordillera de Los Andes, opacado por estos días por la persistente lluvia de cenizas.

Desde Puerto Cárdenas se ve la densa columna de humo en forma de hongo que emana sin pausa desde hace nueve días del macizo, una fumarola de color grisáceo que el viento insiste en llevar en dirección este, provocando lluvia de cenizas que cubrieron numerosos poblados y ciudades de ambos lados de la frontera. "De noche se escuchan ruidos y se ven rayos que cruzan el cielo. Hay tormentas eléctricas sobre el volcán", contó uno de los carabineros apostado en Puerto Cárdenas, a la vera del lago Yelcho, donde un cartel de bienvenida recuerda que en el lugar se practica la pesca recreativa.

Un inquietante silencio reina en el poblado deshabitado, apenas quebrado por el rumiar desesperado de algunas vacas, que cruzan la barrera policial una y otra vez en busca de pasturas libres de cenizas para su alimentación, pero que al no encontrarlas se conforman mordisqueando hojas de los árboles más bajos. "No sabemos si gritan por hambre o porque sienten movimientos en la tierra que nosotros no percibimos y que les provocan miedo", afirma el carabinero, que la semana pasada participó de la evacuación forzada de los últimos habitantes de Chaitén, donde antes de la erupción vivían unas 4.000 personas.

Lucio, un hombre delgado de unos 40 años, fue uno de los últimos en salir el viernes de Chaitén, donde dejó sus pocas vacas y ovejas, que permitían el sustento familiar. "Lo mejor es que el volcán explote ahora, así nos vamos de una vez a otro lado y empezamos una nueva vida. Peor es quedarnos en casas de otras personas sin saber qué va a pasar", dijo.

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