Sábado 10 de Mayo de 2008 Edicion impresa pag. 50 y 51 > Cultura y Espectaculos
Cómo nació la célebre obra

Fue Albertine Zehne, actriz que había hecho grandes papeles de teatro clásico y moderno, quien no era cantante, pero había hecho estudios en Bayretuh , la famosa escuela Wagneriana quien le acerca la propuesta. a Schoemberg. Le encarga la composición de un melodrama sobre poemas del belga Albert Giraud, conocidos en 1884 y traducidos al alemán por Erich Harteblen. Albertine, entonces con 55 años, había encontrado en el melodrama su campo. Schoemberg se entusiasmó, incluso hasta en el aspecto formal de los poemas encontró estímulos: cada uno de ellos consta de trece versos de los cuales el primero y segundo reaparecen encabezando la segunda mitad del poema, y el primero es también el ultimo, lo que provoca un cierto sentido cíclico.

Zehne sugirió acompañamiento pianístico, pero a medida que el maestro avanzaba en su composición necesitaba mas. Hubo que conciliar, ya que Albertine tenia sus limitaciones financieras: el tope al que se pudo arribar fue utilizar cinco instrumentistas, pero Schoemberg se las arregló para contratar músicos capaces de tocar también otros instrumentos, así el flautista, el violinista y el clarinetista también tocan otro mas, ampliando el espectro sonoro sin salirse del presupuesto.

La obra se estrenó en Berlín en octubre de 1912. Tomó la forma del cabaret vienés siendo Albertina Zehne la solista vocal y el propio Schoemberg el director.

Según cuenta Webern en su correspondencia, "salvo alguna protesta al acabar la primera parte, alguna muestra de incomprensión y algún abandono de sala, la mayor parte de la audiencia se mostró asombrada, captada y entusiasmada".

Pierrot Lunaire "no es una obra para ser cantada" subraya Schonberg , es un melodrama escrito para voz recitante femenina, como ya se anotó, escrita en el marco del atonalismo lo cual implica la desaparición del valor de la tónica (nota principal ) y en una forma mayoritariamente contrapuntística. aunque tienen lugar otras formas musicales. Tiene entonces un lenguaje que ya no se rige por un principio visible (las reglas de la armonía clásica) sino por la organización de sus partes, de esta organización surge una obra absolutamente expresiva pero diferente a la del romanticismo. Adorno dice" tanta exageración de lo expresivo lleva a pensar en el fin del mismo expresivo"

De Monteverdi a Verdi las pasiones se fingían o simulaban, las tonalidades y sus modos nos marcaban por donde andábamos con las emociones, qué sentir, nos guían "desde afuera". Schoemberg decide registrar en su música "los impulsos arraigados del inconsciente ". El discurso de la obra responde al de un sueño psicoanalizado, en donde los impulsos del Ello van revelando el reencuentro con la conciencia del Yo. Estos impulsos se muestran en el Pierrot a modo de emociones intensas, imágenes desgarradoras, voces quebradas, sensaciones que aparecen y se van. En la primer parte por caso el balbuceo del piano y de la cantante se asemeja al llanto de un niño pero con un discurso de adulto. En definitiva un nuevo lenguaje musical que no dejó de sembrar en muchas ocasiones confusión y sorpresa, lenguaje atravesado por el caos que busca cierto orden para expresarse, lenguaje que se hecha a andar hasta donde los limites se pierden , lo vivo es ausencia del orden comprensible, lo vivo es mera presencia. El Pierrot nos lleva por un clima de "Lívida atmósfera de angustia" según Enrica Lisciani-Petrini en su obra "Tierra en blanco, música y pensamientos a inicios del siglo XX" y agrega "si la crisis del lenguaje procedía del desvanecimiento de una confortante representación del mundo que venía funcionando desde hacía siglos, basada en la presencia de una realidad externa estable y visible que constituía el fundamento, para Schoemberg, como para los demás artistas y filósofos de la finis austrias, se trataba ante todo de tener la fuerza de olvidar todo eso".

En la representación del Pierrot Lunaire encontraremos "picos" de pasión, angustia, silencio, desasosiego, esperanza, la manera que encuentra Schoemberg para pasar de un momento a otro tan brusca e inesperadamente es con un discurso que va de los instrumentos a la voz y donde los silencios y las vueltas ponen de manifiesto una forma en que cada imagen presentada tiene vida propia, está allí mismo, en cada enunciado. El discurso en el tiempo, como en lo mas profundo del ser humano, esta resquebrajado y concluyentemente destruye la diferencia entre tema y desarrollo.

El Pierrot juega con el alma de las viejas comedias, finge ternura, pero también la siente, es ambiguo, grita su verdad como se hizo siempre, es hipócrita pues no puede sentir ya aquella ternura que perdió en su infancia, se hace cínico, sabe que no es posible ya regresar allí a su Bergamo ,a lo no retornable, pero Pierrot sabe que el papel debe ser jugado igual. El Pierrot puede irse, todo lo que pasa en la obra nos revela algo de nosotros mismos, parcial, nunca sabremos lo que somos, pero no hay que dejar de intentar saberlo, tal vez por eso Pierrot vuelva una y otra y otra vez. (A.B.)

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