JERUSALÉN (AFP) - Los llamamientos a la dimisión de Ehud Olmert, sospechoso de haber recibido sobornos, se multiplicaban el viernes en Israel, mientras el primer ministro -ya involucrado en otros casos de presunta corrupción- se aferraba a su puesto.
Esas llamadas precedían de los partidos de la oposición -tanto de derecha como de izquierda- y de los laboristas, socios del gobierno, mientras la prensa dudaba de las posibilidades de Olmert para volver a ganar la confianza de los israelíes, pese a su sorprendente capacidad de "supervivencia" política.
El secretario general del partido laborista, Eytan Cabel, afirmó ayer que Olmert debería renunciar a su cargo ya que "la nueva investigación es la gota que colmó el vaso". El jefe del grupo parlamentario del Likud, Gideon Saar, reclamó por su parte la "dimisión del gobierno y la celebración de elecciones anticipadas". Vista "la gravedad de las sospechas que pesan sobre Olmert, no es capaz de asumir sus funciones", añadió. La prensa se sumó a estas críticas.
Así, el diario Maariv se preguntó "¿Por qué deberíamos creer a Olmert que, una vez más, está enredado en asuntos de grandes sumas de dinero?". El periódico de gran tirada Yédiot Aharonot subrayó "el impacto sobre la opinión de la multiplicación de las investigaciones" contra Olmert. El jefe de gobierno hizo un anuncio dramático el jueves por la noche al país en el que rechazó las acusaciones en su contra, si bien admitió haber recibido contribuciones financieras. "Jamás cobré sobornos. Nunca me metí nada en mi bolsillo", proclamó pese a reconocer haber recibido "contribuciones financieras" para diferentes campañas electorales de parte de un hombre de negocios estadounidense. Este es un judío llamado Morris Talansky, de 75 años de Nueva York y que presuntamente recaudó miles de dólares para el primer ministro.