Hasta ahora no había rastros de su existencia. Sólo se la conocía a través del Antiguo Testamento, donde se la cita con el nombre de Makeda, aunque popularmente se la conocía como la Reina de Saba porque ejercía su dominio sobre ese territorio, ubicado en la antigüedad entre Etiopía y Yemen.
Pero ahora, un equipo de arqueólogos alemanes de la Universidad de Hamburgo acaba de develar el misterio: encontró restos de su palacio.
El descubrimiento tuvo lugar en la ciudad santa de Axum, al norte del país africano. La construcción tiene unos 3.000 años de antigüedad y está debajo de los muros del palacio de un antiguo rey cristiano.
El mayor tesoro que albergaba el palacio de la legendaria reina era probablemente el Arca de la Alianza, un cofre de madera de acacia negra recubierto de oro en el que, según fuentes históricas y religiosas, se guardaban las tablas con los Diez Mandamientos que Moisés recibió de Dios en el monte Sinaí.
El equipo de científicos de Hamburgo presume que Menelik I fue quien ordenó levantar el palacio en su emplazamiento final.
La tradición religiosa etíope asegura que de la breve relación entre la reina de Saba y el rey Salomón nació Menelik I, rey de Etiopía, quien presuntamente se llevó el Arca de la Alianza desde Israel a su país.