Acomodados en un lecho de Procusto, en el que antojadizamente mutilan la realidad y la adaptan a moldes forzados, los argentinos se debaten entre sacar provecho de la crisis que hace subir por las nubes los precios de los alimentos en el planeta o seguir desgastando la convivencia interna con el consiguiente augurio político y social de tono apocalíptico.

Se terminó el viernes la tregua de un mes dispuesta por las cuatro entidades agropecuarias a la espera de que se revisen las retenciones móviles a las exportaciones de soja y girasol.

Por ahora, el gobierno, pese a los discursos agresivos del matrimonio presidencial, terminó entregando la cabeza del ministro Martín Lousteau -anatematizado como el autor de esa inconsulta medida- y solucionó problemas coyunturales en rubros cárnicos, trigueros y lácteos. Pero, con picardía -o malicia, según se mire- dejó pendiente para el martes una reunión con el jefe de Gabinete Alberto Fernández -ratificado en su puesto de combate pese a los rumores en contrario- para seguir discutiendo las "condiciones de exportabilidad", que significaría retrotraer para la mayoría la situación al 10 de marzo, un día antes del estallido del conflicto.

Los dirigentes de Coninagro, Sociedad Rural, CRA y Federación Agraria, reaccionaron con cautela. Manifestaron su decepción porque "se avanzó poco en 30 días". Y señalaron que "la bronca y ansiedad" en el interior los llevaba a mantener el estado de alerta y movilización, con la salvedad expresa de no hacer piquetes ni provocar desabastecimiento.

La decisión orgánica podría verse alterada por algunas "bases" díscolas que, a través por ejemplo del chacarero entrerriano Alfredo De Angeli, no le creen al gobierno y exigen un régimen integral para el campo.

"La prioridad es dialogar", recalcó Eduardo Buzzi, de la FAA, al invocar nones rotundos a una nueva huelga comercial, a los cortes de ruta y a las acciones para impedir la llegada de los productos a las grandes ciudades.

Mientras se desarrolla la vigilia hasta el martes, en El Calafate, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner planea retoques en su gabinete, con el objeto de hacer un relanzamiento con pacto social incluido, previsto para el próximo 25 de mayo.

Los ruralistas, por su parte, organizan otro acto, posiblemente al pie del Monumento a la Bandera, en Rosario, con el propósito de exhibir su capacidad de convocatoria y unidad.

En las próximas tres semanas habrá tirones de uno y otro lado. En la Rosada están elaborando un acuerdo con la Unión Industrial Argentina (UIA), la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Asociación de Bancos, al que intentan acercar a sectores del campo por ahora indefinidos.

La que se mostró inflexible con ese intento fue la principal líder de la oposición. "Lilita" Carrió, de la Coalición Cívica, vaticinó que "la foto" del 25 de mayo mostrará al kirchnerismo con "sus cómplices en el saqueo económico y antirrepublicano".

En las zonas rurales existe mucho descontento entre los productores con sus representantes a nivel municipal, provincial y nacional. Eso está provocando un corte que podría ser capitalizado por Carrió, luego de la deserción de Roberto Lavagna y su aparentemente fallido retorno al redil de Néstor Kirchner.

En el peronismo admiten ya que en las legislativas del 2009 se podría bajar de 45 al 32 por ciento de los votos en todo el país. "La clave es saber si algún opositor consigue el 33", se sinceró un avezado dirigente del PJ, que mira con preocupación a Carrió y a Mauricio Macri, si es que éste se decide a salir de la Capital Federal y construir un espacio nacional.

Carrió adelantó a "Río Negro" que está labrando entramados en la ciudad de Buenos Aires (iría ella y Alfonso Prat-Gay), en la provincia (detrás de Margarita Stolbizer), Córdoba (con Mario Negri y Luis Juez) y Mendoza (se alinearían el senador Ernesto Sanz y Víctor Fayad). No descuidará, por supuesto, Santa Fe, pero allí dependerá la evolución de su alianza con los socialistas.

Con respecto a la "oxigenación" que prepara Cristina, hay decenas de versiones. Al parecer, Alberto Fernández se quedaría por ser "un soldado leal, fiel y disciplinado del proyecto K". En duda: Aníbal Fernández, Enrique Albistur, Jorge Taiana y Nilda Garré, entre otros ¿Habrá un ascenso para algún socialista y/o radical concertador?

Al tope de las preocupaciones figura la inflación. Los precios venían subiendo desde antes del pleito con el campo, pero sufrieron luego una variación hacia arriba, por más que el INDEC se comporte como un ciego. El nuevo ministro Carlos Fernández deberá demostrar su autoridad y moderar el ímpetu negador del secretario de Comercio Guillermo Moreno.

"El fenómeno es controlable y se debe tener en cuenta que mucha de la inflación es importada", dijo un colaborador del funcionario.

De paso por Buenos Aires, el Nobel Joseph Stiglitz insistió en que el contexto mundial es beneficioso para los commodities agrícolas, afirmó que las retenciones son preferibles a que la gente se muera de hambre y le avisó al matrimonio Kirchner (que a los gritos rechaza "enfriar" la economía) que debería alentar la inversión y aceptar crecer a un ritmo más moderado, esto es al 5 ó 6 por ciento anual.

Las sentencias varían desde el aliento a la desesperanza, en un clima de permanente crispación pese a todas las ventajas comparativas.

Los sindicatos se comprometieron a sostener el modelo, siempre y cuando se aumente el salario mínimo, vital y móvil y se suba la base del mínimo no imponible para los trabajadores en relación de dependencia.

Muchos de los consensos construidos en la Jefatura de Gabinete se desbarrancaron cuando las partes debieron comparecer ante una Justicia sospechada todavía de ensañarse con los débiles y congraciarse con los poderosos.

ARNALDO PAGANETTI

arnaldopaganetti@rionegro.com.ar