CIPOLLETTI (AC)- ¿Pudo comprender Juan Marcelo "Cheli" Rosas qué estaba haciendo cuando mató a Alejandro Bernales porque creyó que le había robado un encendedor? Según su defensor, el grado de intoxicación alcohólica que presentaba alteró el grado de sus facultades mentales de tal forma que "no ha podido comprender la criminalidad del acto ni dirigir sus acciones". Por eso solicitó que se lo declare inimputable. Pero el fiscal Ricardo Maggi opinó lo contrario y le requirió a la Cámara Segunda la pena de prisión perpetua.
El caso genera debate en la justicia Penal y es seguido de cerca incluso por estudiantes de derecho, de la escuela de Policía y peritos. La decisión de los camaristas se conocerá este lunes, a las 13.
El hecho ocurrió el 20 de noviembre de 2006 en Cipolletti. Empezó en la plaza "Maestros Cipoleños" cerca de las tres de la madrugada cuando Rosas estaba sentado junto a la víctima bebiendo alcohol. Por allí habrían pasado caminando dos conocidos del imputado, que se quedaron a tomar vino.
Los jóvenes -uno de ellos menor de edad- dijo que el "Cheli estaba loquito" que sacaba su cuchillo y lo pasaba por la cara a la víctima. "Más vale que aparezca el encendedor porque si no los voy a ensartar", habría referido el acusado.
Luego le habría dicho a Bernales que se fuera a su casa y éste obedeció. "En ese interín y bajo amenaza de muerte obligó a los dos hombres a que lo acompañaran y se fue tras Bernales. Cuando lo tuvo a su alcance se le habría adelantado y lo apuñaló en el estómago. La víctima habría caído golpeando su cabeza con el cordón de la vereda, quedando indefensa, hecho que Rosas aprovechó para cortarle el cuello, limpiando luego el cuchillo en el cuerpo del hombre", indica la acusación.
Posteriormente, habría amenazado a los testigos presenciales diciendo que no tenían que decir nada porque "los iba a matar".
El fiscal consideró que Rosas debe ser condenado a prisión perpetua por el delito de homicidio agravado por alevosía porque "comprendía la criminalidad del acto y podía dirigir sus acciones".
Fundamentó que el imputado "se encontraba en el primer estadio de ebriedad, sumado a ello la habitualidad que otorga un factor de tolerancia mayor, con lo cual disminuye la intensidad de sus efectos".
"Se probaron comportamientos posteriores que nos indican claramente que Rosas comprendía cabalmente el disvalor de su acción: 'lo dejé tiritando', 'éste no me roba más', 'ustedes se callan porque los apuñalo', la circunstancia de intentar restregar sus manos con sangre del occiso en los testigos, no dormirse, arrojar el cuchillo, mentirle a la policía cuando lo fueron a detener", valoró el fiscal Maggi.
Según un informe, utilizado por el defensor Alejandro Silva para requerir la inimputabilidad, al momento del homicidio, el valor de alcoholemia en sangre de Rosas oscilaría entre "2,25 gr./litro y 2,40 gr./litro".
"Muy probablemente el grado de intoxicación alcohólica presente en Juan Marcelo Rosas ha alterado el estado de sus facultades mentales de tal forma que no ha podido comprender la criminalidad del acto, ni dirigir sus acciones al momento del hecho que se le imputa", planteó el defensor.