AMSTETTEN/VIENA (DPA y AFP).- La víctimas del "monstruo de Amstetten", como ha pasado a denominarse al jubilado de 73 años Josef Fritzl que durante 24 años encerró a su hija en un sótano y tuvo seis hijos con ella, amenazó durante años a sus víctimas con matarlas con gas si le agredían.
Expertos de la policía comenzaron ayer a investigar los aspectos técnicos de la puerta de unos 300 kilos que daba acceso al escondite.
Fritzl dijo a su hija, que si algo le ocurría a él, la puerta iba a expulsar un gas tóxico. Esta amenaza podría explicar por qué su hija y sus hijos ya crecidos nunca se atrevieron a agredir a su carcelero.
La cuñada de Fritzl relató al diario "Österreich" de ayer que hace unos 40 años, el detenido fue encarcelado por violación. Christine R. (de 56 años) y hermana de Rosemarie, la esposa de Fritzl, relató al diario: "Era un déspota, lo odiaba. Yo tenía 16 años cuando él fue encarcelado por violación y el delito me pareció repugnante, sobre todo porque en ese momento él ya tenía cuatro hijos con mi hermana". Hasta el momento la policía no ha confirmado la correspondiente condena por violación.
Fritzl "bajaba todos los días a las siete de la mañana al sótano, diciendo que hacía planos de maquinaria para empresas", contó la cuñada del detenido.
La policía anunció que quiere interrogar a unas cien personas que al parecer vivieron en el edificio en los 24 años que duró el calvario de Elisabeth Fritzl.
Uno de los inquilinos declaró al periódico "Die Presse" que había pagado, sin saberlo, la factura de electricidad del sótano. "Si hubiera pensado un poco más, hasta esclarecer totalmente el misterio de la factura elevada de electricidad, quizás hubiéramos podido encontrar este escondite mucho antes", reconoció Sepp Leitner.
También encontró ahora una explicación a los ladridos de su perro cada vez que estaba en la entrada del sótano, cuyo acceso estaba prohibido a los inquilinos. "Creíamos que era porque estaba contento de salir", añadió Leitner.
Los investigadores deberán esperar un tiempo antes de obtener testimonios directos de las víctimas -Elisabeth, de 42 años, tres niños que permanecían cautivos junto a ella y otros tres que habían sido adoptados por Josef Fritzl y su esposa Rosemarie- a causa de su estado físico.
En tanto, 35 agentes trabajan en una comisión especial creada para resolver este caso, único en los anales de
la policía no sólo de Austria, según informan ayer medios locales.
Los técnicos se disponen a averiguar ahora si la puerta dirigida por control remoto se abre automáticamente tras permanecer un tiempo cerrada, según aseguró.
El jefe de la policía local, Franz Polzer, reiteró su sospecha de que "no hay ningún tipo de indicio" sobre coautores o personas que supieran de la existencia de la prisión en el sótano. El agente de las fuerzas de seguridad calificó de injustas las especulaciones de que la esposa de 68 años de Fritzl supiese del escondite. "Eso no se puede comprender en una inteligencia normal", señaló Polzer.