ROCA (AR).- Una camioneta destartalada fue el principio de todo. De la imagen, de la metáfora, y de la idea que ahora es celuloide. Al menos eso cuenta la prehistoria de la película rionegrina "Sobre las tablas", que el próximo jueves finalmente llegará al cine local.

Hace exactamente cuatro años, Maite Aranzábal, la directora del filme, andaba en su vieja camioneta por las calles de Roca. Y allí se cruzó con Lili Presti, su compañera en el grupo teatral Los mestizos, y ahora protagonista, junto con Maite..

-Cómo está esta camioneta...

-Sí, imaginate yéndonos de gira-, se rieron las dos.

El diálogo fue real. Y la gira, finalmente también. Después de aquella tarde de 2004, las dos mujeres volvieron a encontrarse muchas veces para darle forma a aquella "ocurrencia súbita", como a ellas les gusta llamarla. Y aunque el cine no formaba parte hasta ese momento de su entrenamiento, decidieron hacer un guión. Les llevó un año encontrar las palabras y las imágenes que dieran en la tecla de esa historia con mucho sabor personal y color local.

"Son dos mujeres maduras, Pola y Milena, que viven en la Patagonia y que están detrás de una beca para irse a Finlandia. Pero la beca jamás llega, así que deciden tomar su camioneta destartalada para irse de gira por el interior de la provincia, llevando su obra de supuesta vanguardia. Durante la gira son perseguidas por Gerardo Rinolfi (julio Benítez en el filme), un critico de arte que, empeñado en escribir un ensayo sobre teatro patagónico, por el que le darán un premio de cinco mil euros, cree encontrar en ellas el tema de su estudio", cuenta Maite Aranzábal.

Lo cierto es que un año después de darle forma al guión, se pusieron en contacto con Néstor Ruggeri. El aceptó ponerse detrás de la cámara, (junto a Luis Vía, Tito Rodríguez y Luz Rapoport), y en enero de 2005 se subieron a la camioneta para ponerse a filmar. La gira, la de la filmación, duró un año. Comenzaron en Roca, y filmaron también en Bariloche, Neuquén, Esquel, El Cuy, El Bolsón, Las Grutas, Viedma, Río Colorado y Carmen de Patagones. Y el año les permitió pintar los distintos colores de las estaciones en distintos lugares.

"En ese transcurrir, ellas se encuentran con toda una serie de hostilidades, a veces del lugar, a veces propias de la situación del país, a veces de ellas mismas, a veces esas hostilidades tienen que ver con estar totalmente desencajadas con esa obra de supuesta vanguardia en lugares que nada

tienen que ver. Pero a la vez, en esa gira, descubren cosas que no conocían, la ideología de la conquista y la lucha del pueblo mapuche, un estado que ignora y desampara la actividad de los artistas, entre otras cosas", siguen ellas.

Pero sobre todo se descubren , absurdas, a sí mismas. Es que en medio de ese viaje largo por el interior de la provincia, Rinolfi, el crítico que las perseguía, descubre también la existencia de otro teatro, de raíces populares y autóctonas, que lleva adelante la "mujer que avanza con el decir", una actriz mapuche (que en la película interpreta Luisa Calcumil). "A la función de ellas no va nadie, mientras que la de la actriz mapuche está llena", cuenta Maite.

La visión de la obra de exitosa sirve para abrir una bisagra en la vida de estas dos actrices. "Ellas están en un momento de la vida en el que hay un cansancio acumulado. Están en un momento límite entre el cansancio y la pulsión del deseo, entre largar todo y continuar. Y ese momento, el del encuentro con la obra de teatro, les permite a ellas dos, pero al crítico también, reencontrarse con lo que son y con lo que desean".

Aunque todo suena serio, no hay solemnidad en el filme. Más bien, aseguran, Maite y Lili, se trata de una visión humorística del asunto, con aquella vieja camioneta como metáfora. Cuatro años después, la anécdota ya es película, y ellas, evidentemente distintas a Pola y Milena, eligieron seguir con esta película que tiene mucho de esfuerzo titánico y deseo cumplido.