Si existiera la posibilidad de quitarle todos los pergaminos ganados en buena ley, si fuera posible que dejara de ser el que más discos vende en el país, si fuera posible borrarlo de la cartelera de todos los festivales folclóricos del país, lo hubieran pedido. Así, implacables, fueron decenas de comentarios a partir de una presentación con supuesto exceso de alcohol.
La paquetería de mucha gente pudo más que la trayectoria de un hombre en el género folclórico que se ganó todo a fuerza de empeño y trabajo y el centralismo no tuvo mejor idea que crucificarlo por cantar borracho.
La verdad no sé si fue así lo del Chaqueño Palavecino. La noticia fría que sorprendió a unos más que a otros, decía que justamente el cantor salteño había subido en estado de ebriedad al escenario de un pueblo pampeano y que mucha gente se había retirado del lugar, Ataliva Roca, muy enojada y hasta pidiendo que le devuelvan el valor de la entrada.
Lamentable. No sé si el Chaqueño subió al escenario con unas copas de más, pero los mismos medios pampeanos dijeron que cumplió con la presentación pactada y que mucha gente no tenía la misma impresión sobre su estado.
Termina siendo anecdótico si estaba o no con más o menos vino, pero me da la sensación que no se mide con la misma vara a un exponente del folclore, por estos días el número uno, que a un exponente de otros géneros musicales. Y como el folclore para los centralistas es la música del interior, no les costó demasiado liquidar al Chaqueño por un exceso de alcohol en el escenario y olvidar las decenas de escándalos de otros número uno del país que no representan al interior.
No recuerdo escándalos mediáticos cuando Charly García se presentó con algunos excesos aparentes, siempre supuestos por los de abajo que apenas pueden medir con la mirada. No escuché escándalos cuando en Cosquín Rock se vio a varios exponentes con excesos visibles, aunque también supuestos.
El Chaqueño Palavecino está pagando el precio del éxito, no le perdonan que sea el mejor en su género y menos aún le perdonan que sea del interior.
¡Claro, cómo no va a estar borracho si los que tocan folclore viven borrachos¡. Ese comentario lo escuché en varias voces que rápidamente se apuraron a juzgar no sólo al intérprete, sino a todo un género musical.
El folclore vive pagando el costo de ser la música de los negros, como muchas veces lo dijeron algunos, paga el costo de su peso en el interior y paga el costo del origen generalmente humilde de sus exponentes.
No se trata de si el Chaqueño estaba borracho o no, sino del escándalo que hicieron, porque al fin y al cabo le pagaron por una presentación que cumplió como estaba pactada.
El alcohol no sólo forma parte del ámbito del folclore, también lo es de otros géneros, de los deportes, de las canchas, de profesionales y de mil ámbitos diferentes y nadie se horroriza por eso.
Horacio Guarany hacía un culto al vino en sus presentaciones y cuando podía, pedía un vasito en plena presentación y jamás nadie armó escándalo por eso. Jorge Cafrune también solía elogiar las virtudes del vino y no por eso perdía la dignidad que lo llevaba a los escenarios más importantes.
Claro, si esto lo hubiera protagonizado un exponente del rock o de otro género menos popular, seguramente no pasaba nada y tal vez ni nos enterábamos.
Dicen los que lo conocen, que la presentación del Chaqueño no fue diferente a las que siempre hace en todo el país. Tal vez se trate de exagerada susceptibilidad de un público no acostumbrado a sus presentaciones.
JORGE VERGARA
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