Tres notables maestros, Marconi en bandoneón, el violinista Rafael Gintoli y Juan Pablo Navarro en contrabajo, con arreglos y dirección del primero de los citados, interpretarán el próximo sábado, a las 21.30, en el Teatro Español de Neuquén, obras de Aníbal Troilo, Horacio Salgán, Astor Piazzolla y Homero Manzi, entre otros importantes compositores. Abrirá la noche el Enrique Nicolás Sexteto.
Nacido en Alvarez, cerca de Rosario, apenas cumplidos los once años, Marconi estudió primero piano y composición, pero su verdadera vocación se reveló cuando su padre le regaló un bandoneón. En el oficio de bandoneonista se hizo solo. Profesionalmente debutó con apenas dieciséis, en radio LT3 Rosario y en la boite La Marine. Formó luego "Los cuatro señores del tango" que se lució en las milongas del Tango Club Rosario.
"El bandoneón pertenece a mi cuerpo, a mi piel. Es un extremo, un órgano más. No creo que formemos una pareja. Todo el tiempo pienso en música, metido en componer, en grabar. Me despierto, me levanto y encaro, sin pensarla, alguna faceta musical, sea componer, orquestar o estudiar."
Cuando todavía no había cumplido diecinueve, la orquesta de José Basso, de visita en Rosario, imprevistamente se quedó sin uno de sus bandoneonistas; el locutor que la anunciaba, amigo de Marconi, lo presentó al maestro. Tras la prueba, lo contrataron para continuar la gira. Después se mudó a Victoria, cerca de Tigre, con toda su familia; su padre pidió el pase a una dependencia que el frigorífico donde trabajaba, tenía en el Once. Con Pepe Basso tocó en el cabaret Marabú y en el Maipo. Un par de años más tarde, se fue a tocar con Osvaldo Manzi, Lito Scarso, acompañando al ballet de Juan Carlos Copes, con quien giró por Centroamérica. En el 70 integró el sexteto de Enrique Mario Francini, para luego fundar el "Vanguatrío", junto a Héctor Console y Horacio Valente. En Caño 14 actuó con las orquestas de Héctor y Atilio Stamponi y con el conjunto que acompañaba a Roberto Goyeneche, de quien se hizo amigo.
- ¿Cómo define los estados que se generan cuando hay buena relación con el grupo?
-Eso es una cuestión del momento. Todos los momentos no son iguales. Los hay -no sé si puedo decir- de más o de menos inspiración.
Pero, son estados de ánimo donde me contagio de los que tocan conmigo o yo los influyo, también. Se dan por naturaleza. A veces, para definir algo, así de una manera criolla, digo que es según como uno tiene el hígado (reímos).
- ¿Y el descubrir el placer en una obra, trabajarla y hallar el modo justo de interpretarla?
-Hay un análisis a lo mejor, pero no es tan matemática la cuestión. Uno toca un tema o piensa una línea melódica, se le ocurren ideas, pero no pasa totalmente por analizar la obra y decir, bueno, acá es así... Van surgiendo las cosas, a veces se corrige matemáticamente, pero todo está basado en la inspiración. Así que sucede en el momento, según el día. Se me ocurre un arreglo y porque no me gusta lo que estoy haciendo, lo dejo; y caminando por la calle, viajando en el subterráneo, aparece la idea. Normalmente, tengo que hacer una orquestación por encargo y no voy directo al papel, si no que la pienso haciendo otras cosas.
- No musicales...
-Caminando, estando en la calle, qué sé yo, comiendo, lo que fuere... Estoy pensándola, armándola en la cabeza, no yendo a la parte práctica o matemática de la música. A mí me gusta mucho hacer actividad física, deportes, y -a lo mejor- trotando por el río estoy dando forma a una orquestación. Es cuando busco las cosas y las encuentro con más facilidad.
Néstor vive actualmente en Olivos, a dos cuadras de la Quinta Presidencial. En 1973 ingresó a la nueva agrupación de Francini y Portier, con la que partió a Japón. Seis años después, armó un cuarteto con Chocho Ruiz en guitarra, el pianista Oscar Palermo y Fernando Romano en contrabajo, para actuar en Suecia. En la década del 80 fue músico estable del Café Homero, junto a los pianistas Osvaldo Tarantino y Orlando Trípodi, el contrabajo de Angel Ridolfi y las voces del Polaco y Rubén Juárez; y estuvo involucrado en la opera-tango de Astor y Horacio Ferrer, "María de Buenos Aires". Tocó junto a Copes y el ballet argentino en Estados Unidos, América Central, Brasil, Uruguay, España, Francia, Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, Alemania y Japón.
En Buenos Aires, se presentó con Frank Sinatra y la orquesta dirigida por Don Costa, participó de la película "Sur", de Fernando Solanas, acompañando a Goyeneche. Giró por Japón con "Tanguísimo" y su Octeto Buenos Aires.
En los 90 comenzó su inserción solista en el circuito internacional de música clásica, interpretando el Concierto para Bandoneón y Orquesta de Piazzolla, arreglos propios de otros tangos y composiciones de su autoría con las orquestas de varias ciudades europeas, como así también la Estable y Filarmónica del Teatro Colón de BA y la Sinfónica Nacional.
- Trataba de definir los momentos de goce; y cuando los resultados no se dan según los deseos
-Desecho y encaro otro trabajo u otro tema, porque suele suceder que un tema no le da a uno. No somos todos iguales y en grupo, no me da una propuesta buena, algo que pueda escribir y me guste, que guste; y a otros orquestadores, sí. Lo dejo y en otro momento me sale algo que me satisfaga. Muchas veces creo estar escribiendo algo agradable y al otro día lo escucho y me pregunto cómo pude escribirlo (ríe). A veces, cosas que dejo de lado y al tiempo las retomo, me parecen buenas y me cuestiono por qué las dejé. No sé cómo se reciben, cómo entran las cosas, pero no siempre las califico del mismo modo. Uno, inclusive hasta con un instrumento, no piensa dónde van a ir los dedos -parece que fueran solos- y ni se le ocurrió hacer lo que sale. Las notas buscan al lápiz o a los dedos.
En diciembre de 1997, junto a el violonchelista Yo-Yo-Ma, Marconi realizó un importante tour con "Alma de tango" -disco sobre música de Astor- por Seattle, Los Angeles, Miami, Washington y Nueva York. En el 98 participó en "Tango" filme de Carlos Saura.
Actualmente es director invitado de la Orquesta Nacional de Música Argentina "Juan de Dios Filiberto", con la que actuó junto a Martha Argerich, en el Teatro Colón, dirigiendo y ejecutando una adaptación de sus "Tangos Concertantes"; en versión original, la tocó con la Sinfónica Nacional dirigida por Pedro Ignacio Calderón, en abril del 2005, mes en el que fue invitado por Schifrin para dos conciertos en el Lincoln Center de New York. Un año más tarde, se presentó como solista en Beppu, Japón, convocado especialmente por Argerich.En marzo del año pasado se hizo cargo de la Orquesta Escuela de Tango "Emilio Balcarce" y en ese mismo año compone "Cameratangos", para bandoneón y orquesta de cuerdas, en homenaje al 40º aniversario de la Camerata Bariloche , estrenada por esta agrupación y el compositor .
- ¿Compone con el bandoneón o se sienta al piano?
-Pruebo cosas con el piano o con bandoneón. Pero siempre antes, las pruebo en la cabeza, me meto la orquesta o el grupo para el que escribo, en la cabeza. Después, obviamente, cuando las hago sonar, las cambio, porque me las imaginé de una forma y no resultó exactamente así. Corrijo probando con el instrumento, pero es normal que arme, estructuralmente sobre todo, la orquestación en la cabeza.
- ¿Cuándo siente que está terminada, más de acá no la toco?
-Nunca está. Queda ahí, pero sabiendo que puede haber más cosas. Ceñido por la duración, corto el desarrollo porque estoy pensando cuánto tiene que durar un tema, una obra; depende lo que esté escribiendo.
- Puede ser música para película y debe acotarse a la extensión de determinada escena...
-O puede ser para grabar y no debe pasar los cuatro minutos y medio. Entonces, tengo que cortar el despliegue de la idea original.
- Esto, en vivo, cambia. Ahí están las voluntades de los miembros del trío, por caso.
-Ahí empieza el contagio, la unión, el dictado de ese inconsciente que se da entre los instrumentistas, salvo que sean muy estructurados y se...
- Sujeten a la partitura. En vivo hay posibilidades de vuelo...
-Sí. Me gustan los grupos grandes, las orquestas, pero me apasionan los tríos, cuartetos, dúos, porque hay más libertad de improvisación y de diálogo entre los músicos. Cuando son dos o tres, es más fácil seguir a uno que está improvisando; en una orquesta es un poco más difícil salvo que se tenga un ostinatto en algún lugar donde esperar hasta que al solista se le ocurra, pero eso se da mucho mejor en formaciones pequeñas. Particularmente donde no se repiten los instrumentos, donde no hay dos bandoneones, dos violines o lo que sea, se está más libre de hacer la parte, a la manera que a uno se le ocurra.
- ¿En algún momento del año, puede vivir sin música?
-No. No se me ocurrió pensarlo, nunca. Ni siquiera de vacaciones. No se me ocurre estar en la playa sin pensar en una orquestación, o sin llevarme algo para escribir. Me siento bastante incómodo, me falta lago. Es como tener un apetito especial y no aguantarse las ganas.
EDUARDO ROUILLET