La frase del jefe de Gabinete Alberto Fernández sobre el renunciante Lousteau tiene la sinceridad brutal de describir qué clase de ministro de Economía quiere Kirchner. "Cuando uno es un ministro de la Nación muchas veces los pareceres personales deben quedar en un segundo plano".
Traducción: a Kirchner no se lo debe contradecir, porque siempre ha sido el ex presidente el director de la economía y Guillermo Moreno su fuerza de choque. Y así seguirá siendo. Lousteau antes de irse se animó a bosquejar propuestas sumamente incómodas para los planes de los K: enfriar la economía, contener la inflación, normalizar el INDEC y reducir el gasto público a los niveles presupuestados.
Carlos Fernández asume sabiendo cuál será su destino, con una parquedad inimaginable en ministros de otras gestiones con definidas personalidades: "Mi nombramiento no tiene por qué cambiar nada"; "Asumo con el desafío de que las cosas sigan bien"; "Dejó de ser crisis un cambio de ministro".
Es del palo, "piensa como nosotros; es un buen compañero de trabajo", suscribe el gobierno.