BEIJING.- José Manuel Durao Barroso estaba orgulloso de su éxito. "En política -dijo el presidente de la Comisión Europea sin ocultar su sonrisa- no hay casualidades".
Pero ha influido más la presencia en Beijing de la hasta ahora mayor delegación de máximo nivel de la Unión Europea (UE) que la presión de los europeos en el sorpresivo anuncio de la cúpula china sobre una oferta de diálogo al Dalai Lama.
Si hasta hace poco el líder religioso del Tíbet era el "lobo vestido de monje" o un "espíritu malvado" con el "corazón de una bestia", ahora los dirigentes chinos van de la defensiva a la ofensiva. De esta forma nadie puede reprochar hasta los Juegos Olímpicos en Beijing (a celebrarse dentro de casi cien días) que China no está dispuesta a dialogar.
Pero lo que pueda surgir de las conversaciones ya es otra cosa. Tan sólo el jueves, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino calificaba sin contemplaciones de intromisión en los "asuntos internos" el llamamiento de la Unión Europea para que se iniciara el diálogo con el Dalai Lama.
Sin embargo, en las últimas semanas la presión ha ido creciendo tanto que ahora parecía aconsejable un cambio de rumbo. Algunos diplomáticos consultados estiman que al parecer se han impuesto las fuerzas políticamente moderadas, más hábiles, a las nacionalistas de la línea dura, que en las últimas semanas parecía que estaban ganando la partida.
Pero el anuncio de ayer no se puede calificar de avance, es más bien una victoria de etapa, pues hasta la fecha sólo se han dado entre los representantes del Dalai Lama y Beijing "conversaciones sobre (posibles) conversaciones".
Sin embargo ahora, el Dalai Lama recibe presiones desde dos frentes. Por una parte de los radicales, en su mayoría jóvenes tibetanos en el exilio que de todas formas critican el camino moderado de una autonomía dentro de las fronteras de China en lugar de independencia y piden mediadas más rápidas.
Por otra parte, figuran las condiciones de Pekín para un diálogo: No sólo hay que poner fin a las "actividades separatistas", por lo que se entiende las protestas de los tibetanos, sino también a las interferencias y el sabotaje de los Juegos Olímpicos, léase el recorrido de la antorcha. (DPA)