Aunque algunos lo nieguen y otros lo confirmen entrelíneas, cada vez que Callejeros pisa un escenario provoca una sorda discusión que del plano artístico salta al político. República Cromañón es la grieta en la historia del rock argentino. Es el desgarro de una generación que quedó tanteando en la oscuridad, muda y sombría. Aquí y allá, en todos lados, los coletazos de la tragedia no discriminan, sólo golpean. De diferentes maneras.
Los Callejeros aterrizarán en Neuquén (tocarán hoy a las 20 en el Ruca Che) y se encontrarán con el panorama de costumbre. Fans que, de encontrarlos, los indagarán acerca de cómo se sienten, cómo llevan sus vidas, cómo viajaron, cómo estuvieron dos años sin tocar, si quedarán libres o irán a dormir a la "sombra". Estarán quienes los increparán, que les harán saber que alguna vez se los escuchó demasiado soberbios, que son culpables, que deben arder en la hoguera, que de nada sirvió querer responsabilizar de todo a Omar Chabán, el empresario que ahora es místico.
Lo cierto es que la llegada de Callejeros revolvió las entrañas, algo corroídas, del rock neuquino. Regresar a aquel 30 de diciembre de 2004 es volver a ver una película siniestra, no sólo por las 194 tragedias personales, sino también porque la muerte de esa "generación" era previsible. La herida es desesperante al estar vacía de sentido; sus causas estaban frente a nuestras narices, pero al final lo que horrorizó fue la tragedia. La cárcel alcanzó a Chabán (hoy en libertad otra vez), el juicio político a Ibarra (hoy legislador nacional), las acusaciones a "CJS" (imputada por estrago doloso seguido de muerte y procesado por cohecho activo) y el insoportable dolor a los familiares... Pero el humo nos tapó a todos.
Cromañón fue un big bang en la existencia del rock vernáculo nacional, aunque en Neuquén se entendió que el fuego se apagaba sólo con una ola de inspecciones y clausuras comerciales.
"Es vergonzoso y siniestro que funcionarios municipales amparen un show de estas características. Acá hay una deuda de décadas, porque todos los gobiernos que han pasado no entienden el rock como una cultura exploratoria si no como una manifestación que tiene que ver con la edad". Pablo Fernández es productor y conductor de la versión local de Rock and Pop, y una de las voces más calificadas en el tema. Su bronca es honda con Callejeros. Porque "jamás se hicieron cargo como entidad rockera de que fomentaban y lucraban con la liturgia pirotécnica" y porque "lo primero que hicieron, al menos Pato Fontanet, fue salir por Radio 10 a 'matar' a Chabán. Ellos le hicieron el jueguito a (Mauricio) Macri. 'CJS' es un acto político, a mí que no me vengan a decir que sólo es un show artístico". Su bronca no acaba allí.
Tampoco la de los rockeros regionales. La mayoría de los consultados entiende que es un error la presentación de Callejeros. No apuntan contra las productoras (Fedorco y Nueva Tribu) porque lo de ellas es "el negocio". Pero entienden que es un tropiezo político, como "una tomada de pelo", un nuevo empujón que sufren hacia las sombras de la marginalidad.
Ricardo Gutiérrez, líder y guitarrista de Doctrina, un grupo con dos discos editados ("autoproducidos") y 11 años de vigencia, lo grafica así. "En el Neuquén Cultural (programa de verano municipal) al rock lo mandan al escenario del Coliseo, un lugar en penumbras, alejado. Jamás le va a tocar la Vuelta de Obligado. Entonces es hipócrita, una payasada que ahora aprueben un recital de corte internacional con un grupo como Callejeros, con una acusación tan grande sobre sus espaldas".
A lo que se refiere Pablo Fernández con aquello de la deuda es que en Neuquén hay alrededor de 150 bandas de rock con "disco en mano que no tienen un lugar donde presentarse". Gutiérrez asiente y le sobran dedos en una mano para enumerar los escenarios donde podría presentarse un grupo que reúne entre 300 y 400 personas: "El Viejo Teatro, el Social Club, La Conrado Centro Cultural y dejá de contar...".
Algo que incluso confiesa el secretario de Derechos Humanos de la municipalidad local, Jesús Escobar, amante del rock en todas sus vertientes, un hombre que jamás se pierde un recital, al menos de los grupos "foráneos" y que cree en la inocencia de Callejeros. "Es cierto que el Estado debe hacerse cargo de las bandas locales y que en eso estamos en deuda. Hay que construir espacios para que ensayen, para que toquen y graben. Todo es consecuencia de las políticas neoliberales de los últimos años, que destruyeron el contrato social, un Estado que le prestó poca atención a la educación y a la contención de los jóvenes. Son los patrones culturales de un país de cuarta". Hoy estará en el estadio del oeste neuquino.
La región tiene dos buenos centros de formación, el IUNA y la Escuela de Música. Muchos estudiantes deciden depositar el talento, la energía y el saber en el rock, pero después de hartarse de las caídas olvidan sus instrumentos en algún rincón oscuro, pero de su casa. "Lo que pasa es que todos los gobiernos de turno no ven en el rock una posible forma de trabajo, sólo lo entienden como gente que jode. Nunca se preguntaron por qué jamás salen bandas que trasciendan a nivel nacional", cuestionó Gutiérrez. Y él es uno de los que no puede vivir "jodiendo" para subsistir.
Ninguno de los consultados ve en Callejeros al rostro de la herejía. Tampoco se cuestiona su calidad artística. Sólo Pablo Fernández entiende que al Ruca Che "muchos irán para alimentar el morbo". A contramano, para Escobar la banda de Villa Celina es "una de las víctimas" de la tragedia y aunque Oscar Smoljan, secretario de Cultura y Deportes municipal, no lo crea así, entiende que "Neuquén siempre debe garantizar todo tipo de manifestación cultural, aunque tenga reparos morales y no avale el show desde lo personal".
Lo que sucede es que la llegada de "CJS" significa para el grueso de los músicos locales la exclusión definitiva, la confirmación del lema punk "no hay futuro" como epitafio. Porque aquí nadie recuerda cuándo el rock dejó de ser un ámbito de refugio y descubrimiento, un signo de cambio. Aquí, salvo honrosas excepciones, sólo se trata de padecer. El proteccionismo estatal que se desató después del incendio en el barrio de Once devino en una andanada de medidas que sólo afectó en una dirección. Hubo prohibiciones, clausuras y cierres, pero ninguna apertura. El gobierno sobischista armó un sello discográfico y el rock no tuvo su espacio, porque la mitad de los discos que se editaron sonaron desde la excelencia de la Orquesta que dirigía Naldo Labrín, en ese momento cabeza de la cartera cultural de la provincia. Y al gobierno local se lo tacha de "elitista" y los dedos inquisidores apuntan hacia el Museo Nacional de Bellas Artes. Algo que también suena exagerado.
"A mí me encanta el rock, desde que soy secretario de Cultura hemos traído a Vox Dei, a Divididos, a Catupecu Machu, hicimos un gran festival al aire libre, cuando nadie quería hacerlo después del caso Corzo (NR: El joven José Corzo fue asesinado el 4 de diciembre del '97, durante un recital que ofrecía en el Parque Central León Gieco). El 'Neuquén Cultural' ya llevo 9 años de éxito...", remarca Smoljan.
-¿Entonces por qué los músicos locales dicen que no existen en la ciudad lugares para tocar?
-No se, preguntale a ellos. Yo promoví como nadie el rock en esta ciudad.
-Sabe que Callejeros puede llegar a tener un costo político.
-Acá el gobierno debe garantizar la libertad de expresión, yo como funcionario debo hacerlo, más allá de que personalmente no lo avale. Se que hay un costo político, pero en todo hay riesgos. Creo que no hay que demonizar el hecho.
Para los músicos neuquinos Cromañón "se transformó lamentablemente en la última excusa para terminar de marginar al rock local. Desde ahí la escena rockera pasó a la historia".
El debate será interminable y ni siquiera la justicia podrá determinar todas las responsabilidad. Por aquello de que todos teníamos ante nuestras narices las causas de la tragedia. Porque Fernández, Escobar y este cronista también se excitaban con el festival pirotécnico. Por ello la herida está abierta. Por ello el recital de Callejeros revolvió las entrañas. Al menos las del rock neuquino.
SEBASTIÁN BUSADER
sbusader@rionegro.com.ar