WASHINGTON (AP/DPA).- Como se preveía, Pennsylvania no resolvió nada. Ni Barack Obama ganó para cerrar la lucha ni Hillary Clinton logró una aplastante victoria que voltease el curso de la carrera.La lucha quedó tan bloqueada como antes.
Todavía en segundo lugar frente Obama, en una competencia que no piensa abandonar, Clinton concretó un acto de sobrevivencia política en las primarias de Pennsylvania, al obtener una victoria por diez puntos, 55 a 45%, que mantiene vivas sus esperanzas de conseguir la nominación presidencial demócrata.
Ahora, la senadora por Nueva York debe enfrentar al favorito en Carolina del Norte, donde las encuestas favorecen al senador por Illinois, y en Indiana, donde la competencia es pareja.
Sin embargo, la clara ventaja de Obama en materia de delegados y en el voto popular hacen casi imposible que Clinton pueda superarlo en las contiendas restantes. Aún más, los líderes del partido están comenzando a impacientarse por esta lucha que debilita a sus precandidatos, en tanto McCain sigue subiendo en las encuestas.
Las primarias en Pennsylvania fueron feroces. Ambos precandidatos realizaron una campaña negativa, sobre todo Clinton, de acuerdo a los expertos, y eso ha endurecido las actitudes entre los demócratas, que aparecen cada vez más divididos. Apenas la mitad de los partidarios de Clinton y de Obama han dicho que se sentirían satisfechos con la nominación del otro precandidato, según entrevistas a boca de urna efectuadas en Pennsylvania.
La ex primera dama triunfó entre los obreros, y entre las mujeres y hombres blancos, en una primaria donde la preocupación dominante fue la economía. Obama fue apoyado por los negros, en una inmensa mayoría, por sectores prósperos y por votantes que se pasaron del partido Republicano al Demócrata .
En la batalla por la nominación, Obama lidera con 1.723,5 delegados, incluidos los llamados "superdelegados'': funcionarios del partido, gobernadores y legisladores. En cuanto a Clinton, ha conseguido 1.592,5 delegados.
Se requieren 2.025 delegados para obtener la nominación demócrata, y de acuerdo a los expertos, es matemáticamente imposible que Obama o Clinton los obtengan en el resto de las primarias y asambleas de partido.
Pero en contra de la lógica de los números, la senadora se aferra a su fama de luchadora hasta el final en busca de una quimera: convencer a los 300 "superdelegados" de los 750 que aún no respaldaron a ningún aspirante para que desdeñen el voto de millones de demócratas y la elijan a ella como la candidata.
"La gente quiere realmente que continúe y vaya a los siguientes estados, porque creen que yo sería la mejor presidenta. Y muchos demócratas piensan, como vimos en Pennsylvania, que yo sería la candidata más fuerte ante el senador (John) McCain", aseguró ayer Clinton.
La ex primera dama señaló que ella ha ganado en los estados importantes, como Pennsylvania, Ohio, Texas, California, Nueva York, Massachusetts y Nueva Jersey. "La pregunta justa es esta: si alguien no puede ganar en los estados que debería ganar'', dijo Clinton al aludir a Obama, "eso tal vez dice algo acerca del atractivo que puede tener esa persona en una elección general''.
En cuanto a Obama, en un discurso en Evansville, Indiana, dijo lamentar que el enfrentamiento con Clinton "trivializa temas de mayor profundidad: dos guerras, una economía en recesión, un planeta en peligro, y otros tópicos que nuestro país enfrenta."
Pese las recientes derrotas, Obama no ha cometido ningún error importante que pueda cambiar drásticamente el curso de la película. El candidato de 46 años tiene además una fundamental ventaja: el dinero. Mientras su cuenta bancaria sigue boyante, la de Clinton pasa por apuros.
Ayer la senadora dio cuenta de una reanimación de sus donantes, con la recolección de 3,5 millones de dólares.