Lunes 21 de Abril de 2008 Edicion impresa pag. 32 > Sociedad
Pesaj, el fin de la esclavitud
Comenzaron los festejos de la Pascua judía. La celebración tiene como eje a la familia.

La comunidad hebrea de Ceuta, al igual que las del resto del mundo, celebra desde el viernes y por espacio de ocho días (siete en Israel), la festividad del Pesaj, con la que conmemora la salida del pueblo de Israel de Egipto, donde estuvo esclavizado durante 430 años y hace ahora 3.319.

La pascua judía es, según explica el rabino de Ceuta, Abraham Mugrabi, una fiesta especialmente "familiar", pues si en cualquier otra se reúnen las familias, en ésta, "más", pues se hace con el mayor número de ellos posible, "padres, hermanos, sobrinos...", comenta, para agregar que "igual que salimos de Egipto, juntos, así queremos estar estos días".

"Cuando fueron liberados y Dios, por intermedio de Moisés, dio la orden de que salieran de Egipto, de madrugada -relata el rabino-, las mujeres tuvieron que cargar con la masa del pan que habían preparado, aún sin fermentar". De ahí la ley por la cual los hebreos deben comer, para celebrarlo, "el mismo pan" que comieron sus padres cuando salieron de Egipto, el 'matzá', que en Ceuta llaman "bizcocho".

Como en el resto de leyes y costumbres hebraicas, todo está muy reglado en esta celebración, incluidas las características del pan y la forma de ingesta. "Está prohibido ponerle sal, o aceite o huevos, nada, ni siquiera una gota de agua, y todo el proceso, desde que se empezó la masa hasta que se horneó, debe

durar 18 minutos", explica Mugrabi, quien indica asimismo que "con los adelantos de hoy en día, a veces también se termina en ocho minutos".

Aunque sigue haciéndose en casa -el propio rabino dio la semana pasada unas clases de ello a niños ceutíes-, en nuestros días existen incluso fábricas, como una francesa que surte a los judíos de Ceuta, en la que "cada ocho minutos se hacen 2.000 o 3.000 kilos", una producción directamente vigilada por los rabinos.

Este es, por tanto, el pan de los judíos durante ocho días desde la noche del sábado. Este período representa la diáspora y ha de coincidir obligatoriamente con la primavera, para lo cual, "cada tres años, se agrega uno más", lo que conforma, según los ciclos de la luna, el calendario festivo hebreo, que se inicia con esta pascua.

Además de rezar en la sinagoga, la primera noche, se han de tomar cuatro vasos de vino o de zumo de uva, uno por cada una de las palabras que Dios dirigió al pueblo de Israel para comunicarle que le iba a sacar de Egipto y en señal de agradecimiento por ellas. Además, se ha de comer por lo menos, tres veces tres porciones de 27 gramos de matzá en la primera y segunda noche.

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