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Una nueva universidad suma | ||
Todos los cambios activan inevitablemente resistencias y temores; es propio de nuestra condición humana. Pero cuando un cambio es positivo es deseable que, superados los temores, sobrevenga una actitud activa de colaboración y propuesta. En el caso de la Universidad Nacional del Comahue frente a la creación de la Universidad Nacional de Río Negro es comprensible que hayan existido dudas e interrogantes; más aún si consideramos las dificultades institucionales en las que se encuentra desde hace ya largo tiempo esta casa de altos estudios a la que vimos nacer y que nos ha nutrido durante décadas. Hubo un primer momento de rechazo abonado, sin dudas, por el desconocimiento de las condiciones de creación de la nueva universidad, pero también alentado por la confusión no inocente de intereses particulares, confusión que fue alimentada y usada a favor de una hipótesis de conflicto sobre la que deberíamos preguntarnos a quién o quiénes favorece, puesto que no beneficia a ninguna de las dos propuestas educativas y mucho menos a la región. La ley de creación de la nueva universidad establece claramente en su artículo primero que "la oferta académica se compatibilizará con la que actualmente tienen las universidades nacionales del Comahue y de Cuyo (Instituto Balseiro), tanto a nivel geográfico como disciplinario". Esto es exactamente lo que las distintas comisiones de trabajo, los equipos técnicos y los habitantes de cada región de nuestra provincia deberán contemplar. "Contemplar" significa considerar intereses comunes, acordar diferencias, articular acciones y proyectos, definir en lo que sea posible una visión comprensiva de las expectativas, oportunidades y posibilidades que están en juego. Pero también implica un respeto irrestricto por la libertad y autonomía de cada institución. Este último aspecto implica especialmente una cuidadosa coherencia entre discursos y acciones. No quiero abundar sobre la relevancia de contar con una universidad territorialmente insertada en Río Negro; me interesa destacar por el momento que se trata de un viejo anhelo de la provincia que surge como respuesta a las limitaciones evidentes de la Universidad Nacional del Comahue para dar una satisfacción integral a las necesidades en materia de formación de los recursos humanos que nuestra provincia demanda, tanto como encauzar los proyectos personales de sus habitantes. Evidencia incontrastable de esto último es la proliferación de "quioscos" universitarios, delegaciones de universidades públicas, privadas y extranjeras -algunas de dudosa calidad académica- que han ido ocupando los huecos dejados por nuestra universidad regional. Por último, y para ser absolutamente honesta, opino que la nueva universidad no debe ser vista como una amenaza por parte de la existente sino como una aliada. Descarto la lógica de suma-cero, lamentablemente enseñoreada en los espacios políticos. La creación de una nueva casa de estudios nunca puede restar; muy por el contrario: suma. Suma conocimiento, oportunidades, equidad y diversidad. Éste y no otro es el espíritu de este proyecto y al respecto nadie debería confundirse. AMANDA ISIDORI (Integrante de la comisión asesora del proyecto institucional de la Universidad de Río Negro en representación de la provincia) Especial para "Río Negro"
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