MADRID (DPA).- En "Mentiras contagiosas", el escritor mexicano Jorge Volpi (1968) se adentra en el mundo del ensayo para hablar acerca del futuro de la novela y de la literatura en general, con humor y con metáforas procedentes de la ciencia, como suele ser habitual en sus libros.
De hecho, este escritor que cuenta en su nuevo libro que siempre le fascinó la física y que debería haber estudiado esa carrera en vez de Derecho, compara los libros con un virus. "Lo que hacen los escritores es tratar de contaminar con sus ideas, que en el fondo tampoco son suyas, son como virus que van pasando de mente en mente para luego tratar de conquistar la mayor cantidad de mentes posible" afirmó en entrevista con DPA.
Volpi, quien anunció una nueva novela corta para octubre, rescata "una vieja discusión, la de creer que la literatura está por encima de la ciencia y que por tanto no podrá ser utilizada para describir la naturaleza humana", porque ésta sólo se alcanza de manera intuitiva.
En "Mentiras contagiosas", juega precisamente con la idea contraria, "la de que la literatura es otra forma de conocimiento igual de valiosa que la científica para entender la naturaleza humana", y por tanto usar las metáforas, el lenguaje y los símbolos que provienen de la ciencia para aplicarlos a desentrañar la vida interna de los personajes o el comportamiento de ciertas sociedades.
La presencia de la ciencia es una constante en las tres
novelas que conforman su "Trilogía del siglo XX": "En busca de Klingsor", "El fin de la locura" y "No será la Tierra".
En ellas, la búsqueda de la verdad -en gran medida a través de la ciencia- se contrapone a los más terribles totalitarismos, como el nazismo y el estalinismo. "Un tema central de esos tres libros fue la relación entre el conocimiento y el poder", explica Volpi desde la sede en Madrid de la editorial Páginas de Espuma, que publica su obra más reciente. "Y por tanto la búsqueda de la verdad, la inexistencia de las verdades absolutas y la intención del poder de imprimir verdades absolutas cuando ya no existen".
En ellas, la imagen del mundo que se pinta causa gran desasosiego. "Las tres novelas son muy pesimistas, la última más que cualquiera de las dos anteriores, deja muy poco espacio para la esperanza", afirma el autor. "Ese último espacio para la esperanza -de eso yo estoy convencido más allá de todo lo malo que hayamos hecho como sociedad a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI- está en que sigo creyendo que es posible cierta felicidad cotidiana individual".
Como director del Canal 22, el canal cultural mexicano, Volpi sí es optimista, porque cree que es posible una programación alternativa a la comercial de alto nivel. "Sobre todo con este sistema mixto que tenemos en México, con una gran financiación estatal pero también con posibilidad de comercialización. Y sobre todo con una idea de política pública, que sirva realmente al interés público, de la más alta calidad y representativa de los distintos grupos sociales, plural, abierta".
Aunque cuando se la compara con la tevé comercial puede que los ratings sean muy pequeños, si se la encara como industria cultural, en comparación con revistas, diarios o editoriales, el canal tiene "una penetración mucho mayor que la que pueda tener por ejemplo un periódico, por lo menos en el caso mexicano", asegura.
Tampoco está de acuerdo con quienes piensan que la novela va a desaparecer. La proporción de lectores sigue siendo muy pequeña, como siempre ha ocurrido, lo único que ha cambiado es que existe "una enorme cantidad de lectores que leen fundamentalmente novelas banales, a las que yo me refiero como novelas virus, porque uno las lee y las olvida de manera inmediata, y por lo tanto no alcanzan a perturbar el organismo del lector, o la mente del lector, simplemente pasan sin pena ni gloria."
En "Mentiras contagiosas", Volpi contrarresta la idea de que la novela es el espacio en el que el lector está recreando la historia. "Eso es cierto, pero también es cierto que se está enfrentando a un ambiente hostil, al que tiene que ir adaptándose poco a poco, tiene que ir encontrando cuáles son las leyes que lo gobiernan y queriendo voluntariamente someterse a esas reglas, pero también cuestionándolas todo el tiempo".