En este contexto, una de las herramientas que los diarios han tomado como propias es el blog. Los matutinos saben bastante del tema, ya que por décadas han auspiciado columnas personales que conservan una gran cantidad de seguidores. En el fondo, llevar la columna al blog fue un primer paso de un hecho comunicacional bastante más complejo. De este modo los medios gráficos con sede en la red pudieron interesar a la "Generación Y", dándole lo que quería: protagonismo y actualización.

Para que un blog tenga identidad y entidad necesita tiempo y prestigio. En internet no hay blogs o sitios personales que sean famosos si no están amparados en cierto prestigio. No hay "famosos" blogs basura. La basura queda para aquellos medios que ya lo son y que se repiten en la web.

El blog incita a la lectura de un dato (cuando el blog tiene prestigio) y luego se reparte como un chisme, como un regalo que no cuesta dinero.

En la dinámica de los blogs, los diarios, por sobre todo los demás medios, están dando respuesta a la necesidad de plantear subtemas de los temas centrales, hasta doblar la esquina y hacer de lo complementario lo esencial.

Aunque el principio el blog surge como una fuente de información alternativa -el ejemplo más claro es el del camarógrafo de CNN que mantenía una página personal actualizada durante la guerra del Golfo Pérsico-, el tiempo ha venido a mostrar que su desarrollo está mejor vinculado con la opinión, el análisis y el estreno del dato posta.

Aquel mensaje de texto entre académicos en tiempo real (que fueron los primeros pasos populares de la red), desembocó en el chat, con imágenes y sonido en tiempo real, y luego en el chateo en solitario del Facebook, que permite saber exactamente en qué parte de su casa se encuentran tus amigos.

La inmediatez ha venido a recapitular sobre la idea y utilidad del tiempo. El movimiento de las generaciones actuales sobre la plataforma de medios es una suerte de frenético Jumping que requiere de pequeñas islas para ir haciendo efectivo su derrotero.