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LA SEMANA EN BARILOCHE: Tolerancia uno | ||
La primera reacción ante una situación crítica e inesperada dice mucho sobre la mentalidad de una persona, sus valores y prioridades. La frase previamente calculada a veces luce contundente y hasta ingeniosa, pero engaña a conciencia. Mucho más cuando está construida al calor de la conveniencia política. El gobierno municipal fue puesto a prueba con la revelación pública de que el secretario de Prensa del Deliberante, Rodolfo Florido, figura en los registros de la Sindicatura General de la Nación como jubilado de la Policía Federal. El ocultamiento de esa condición pasó a ser lo menos grave del asunto, cuando un diario porteño indicó además que -según consta en su legajo- Florido sirvió como personal civil de inteligencia en el Ejército y en la Armada durante la última dictadura, cuando campeaba el terrorismo de Estado, además de pasar por la SIDE ya en tiempos de democracia. Desorientados ante las desmentidas tajantes del propio secretario, los concejales buscaron primero mostrarse prudentes. Sólo un par de ellos propuso "pedirle que tome licencia por un tiempo" para poder indagar sobre la veracidad de los datos. Pero algunos llegaron a hablar de "trascendidos periodísticos", "calumnias" y convocaron a no hacer con Florido "lo mismo que hizo la dictadura cuando desaparecieron 30.000 personas". En los hechos, a buena parte del poder político le costó ver la necesidad de ir a fondo y buscó el resquicio para apaciguar la conmoción. Tras 24 horas de vacilación, los ediles decidieron que Florido debía irse. Fundaron ese vuelco en la confirmación del documento disponible desde hace tiempo en la página oficial de la SIGEN, único dato certero e indubitable que el propio ex funcionario no consiguió refutar. Entre sus argumentos, Florido apeló a uno tan pertinente como perturbador. Les recordó a varios ediles que conocían desde hace un mes el listado donde figuraba como jubilado policial y que recién forzaron su renuncia cuando la información fue difundida por la prensa. La trajinada consigna de la "tolerancia cero" -tanta veces empleada para definir la dureza contra la delincuencia común- debería ser regla inexcusable cuando se trata de defender a la democracia de las herencias del horror y los autoritarismos. Pero no sólo los concejales mostraron una preocupante desconexión con la gravedad institucional del caso Florido. También fue tibia la respuesta del presidente del Deliberante e intendente a cargo Darío Barriga, quien hace apenas cuatro meses lo propuso para la secretaría de Prensa y lo defendió a brazo partido pese al rechazo de los bloques opositores. Barriga conocía los rumores sobre un posible vínculo de Florido con los "servicios". Pero siguió adelante y lo designó. Ahora sostiene que su currículum profesional es muy bueno y no puede ocuparse de investigar a cada aspirante a un cargo político. Pero buen gobernante es también el que tiene claras las incompatibilidades (aunque no figuren en la Carta Orgánica), el que sabe leer indicios y se documenta con responsabilidad para despejar cualquier duda. Es imposible no asociar esa inclinación de Barriga por la "tolerancia uno" con su defensa tácita de la subsecretaria de Cultura, Susana Vega, y su director de Tierras, Jorge Paolinelli, quienes hace pocos días montaron una muestra de obras del pintor Toon Maes sin hacer la menor referencia a su pasado nazi. El próximo 18 de mayo Barriga y el FpV jugarán en las urnas su proyecto de continuar en la intendencia. Dadas las dudas exhibidas a la hora de condenar pasados negros y oficios execrables, intriga saber qué hubiera pasado sin elecciones en el horizonte.
DANIEL MARZAL | ||
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