Desde antes de asumir funciones, el entonces futuro gobierno municipal venía realizando contactos con Aeropuertos Argentina 2000, en la certeza de que sólo se podría poner a terminal Chapelco en el mapa del interés aerocomercial, si una empresa de ese porte se hacía cargo de su operación. Maneja 32 aeropuertos por los que transitan 20 millones de personas al año. Entre ellos, Bariloche, estratégico para las aspiraciones sanmartinenses de captar turismo brasileño.
Porque a los vaivenes casi absurdos de la política (o falta de política) aerocomercial del país, Chapelco suma sus propias limitaciones operativas bajo mínimos de visibilidad, que se transforman en excelente excusa para las aerolíneas, más prestas a levantar vuelos por cuestiones comerciales y escasez de aviones, que por verdaderos asuntos de meteorología.
En rigor, no se sabe si Aeropuertos 2000 dio el primer paso o si fue la intendenta Sapag y el secretario de Turismo Raúl Pont Lezica, los que iniciaron las conversaciones. Pero a estas alturas poco importa.
Desde su asunción, el gobierno municipal multiplicó lobby para favorecer el proyecto de Aeropuertos 2000, en contraste con la también flamante administración provincial de Jorge Sapag, que no parecía particularmente dispuesta a licitar la terminal cordillerana. De hecho, su interés era "aggiornar" Chapelco y potenciar la conectividad con Neuquén y Zapala.
A su vez, la conducción administrativa del aeropuerto tiene sus apuros. Además de lidiar con el déficit (se sostiene con subsidio provincial), el municipio de Junín está ausente; la Cámara de esa localidad deja hacer a sus par de San Martín, que es la única que mantiene banderas en ristre, y el gobierno municipal que conduce Luz Sapag tiene su propio proyecto, y lo ejecuta sin esperar aprobación de las otras instituciones.
Así, en la práctica, aeropuerto Chapelco se ha convertido en un famélico monstruo de dos cabezas, cuya propiedad encima no pertenece a los principales actores en disputa sino a la provincia.
La cámara comercial pretendía ejecutar lo que había acordado con el gobernador, que no era otra cosa que la implementación del plan de inversiones mínimas surgido de un estudio de la facultad de Ingeniería de la Universidad de La Plata. Se trata de una serie de medidas que multiplicará la capacidad operativa de la terminal a su máximo posible, aún cuando no evitarán los cuellos de botella del invierno por mínimos de visibilidad. La estimación -a valores de diciembre último- rondaba los tres millones de pesos en inversiones. El gobierno provincial había prometido, cuando menos, explorar el financiamiento.
Pero el anuncio de la semana es que la administración provincial ya prepara los pliegos de la licitación de Chapelco y, es de presumir, Aeropuertos 2000 tendrá sobradas chances en la compulsa. Habrá que ver si lo que se licita es en verdad un aeropuerto o la percepción de un subsidio, como hace el gobierno nacional con otros servicios. Como fuere, ante semejante cambio de timón hay quienes se sienten confundidos, cuando no traicionados en la Cámara de Comercio. Unos están a favor de pedir explicaciones al gobierno provincial, tratándose del dueño real de la criatura. Otros creen que hay que dar un portazo ya. Una cosa es clara, las relaciones entre la intendenta Sapag y el costado gremial del comercio sanmartinense, no serán las mismas.
FERNANDO BRAVO
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