Niños sin sueños. Adolescentes sin esperanzas. Los casos se multiplican y repercuten en diferentes barrios, en cada calle, en infinitas esquinas. La realidad golpea en distintas ciudades de la Provincia, frente a un Estado que proclama buenas intenciones pero que no las concreta.
-¿Qué te gustaría ser cuando seas grande?, pregunto a los chicos de ojos tristes, miradas esquivas y rostros adultos, que durante la noche permanecen en la Terminal pidiendo monedas y compartiendo largos ratos de ocio. Piensan, como si no entendieran la pregunta. No les gusta cuando se los considera aún niños. La vida los ha llevado a creer que son mayores.
-"Te pregunta qué te gustaría ser, si pudieras ...", intenta explicar el mayor a uno de sus compañeros; como insinuándole "si volvieras a nacer". A los pibes de la Terminal les cuesta soñar. "Ayudante de albañil", contesta el otro. Y piensa: "o basurero, recolector ... viste los que andan de noche, en el camión. O si no chofer de colectivo". Son sus referencias, lo que ven, lo que admiran.
Hace casi dos años la Legislatura rionegrina aprobó una norma que podría ser un bisagra en el tratamiento de las problemáticas sociales que involucran a menores. La ley 4.109, de protección integral de los derechos de las niñas, los niños y adolescentes de la provincia, no fue aún reglamentada y por eso legisladores Luis Bardeggia, Beatriz Contreras y María Inés Maza reclaman la conformación del Consejo de la Niñez y la Adolescencia para crear para el establecimiento de las políticas que aborden la problemática.
Desde el ministerio de la Familia, su titular Alfredo Pega responde que el pedido legislativo obedece al oportunismo de los diputados y asegura que aunque las acciones no sean suficientes, mucho se hace desde esa cartera para brindar contención a los niños y jóvenes en riesgo.
Más allá de tironeos y pujas políticas, existe en Río Negro, como en otras provincias, una situación muy grave, que aunque pretendiera ocultarse, aflora y se instala en el debate, muchas veces frente a hechos desencadenantes, relacionados con la violencia, la inseguridad o la desprotección de la que es protagonista o víctima ese vulnerable segmento de la sociedad.
"Los comerciantes de Viedma reclamamos seguridad", dicen los carteles que inundaron las vidrieras de la capital en los últimos días, distribuidos por la Cámara de Comercio local. Sus representantes mantuvieron fuertes cruces con la titular de la cartera de Seguridad de la provincia Nadia Ruiz que prometió medidas para evitar que siga la escalada de violencia y de delitos. Probablemente el reclamo de los propietarios de negocios de Viedma, como ocurre en muchas otras localidades del país, sea que se sumen policías en las calles más equipados y con mayor despliegue.
Datos estadísticos de la Justicia provincial marcan que en las Cámaras del Crimen solamente en el primer semestre del 2007 se llegó al 70 por ciento de las sentencias de las del 2006 en las que hay involucrados menores.
-¿Alguna vez los llevó la policía?, pregunto a los pibes que permanecen sentados en la ventana de la Terminal.
Se ríen. Todos alguna vez estuvieron en alguna comisaría por algunos minutos dando cuenta de sus actos. "Sí, yo por tirar piedras, o por bardear", contesta uno, que no supera los 15. "Yo por artículo 56. ¿Sabés lo que es eso? ", me pregunta el único mayor del grupo, con 18 recién cumplidos.
"Por intoxicado", le dicen los otros riéndose de nuevo. Casi sin necesidad de preguntarles ingresan en un tema sobre el que, se ve, tenían ganas de hablar: "de vez en cuando me gusta jalar ..., con Poxirrán", me cuenta el pibe. "El paco acá no entró", agrega. Y su compañero, unos años menor me explica: "todos sabemos que hace mal, pero le sentís el olor a la bolsita y ya te dan ganas", asegura intentando buscar mi complicidad. Los pasajeros entran y salen de la Terminal y pretenden no escuchar. Cada día, muchos funcionarios o sus empleados llegan a buscar encomiendas o retirar pasajes a este lugar y los chicos están ahí casi siempre. Nadie puede decir que no los ha visto. Pero está claro que poco se ha hecho por darles una vida mejor. "En todos lo barrios hay pibes así, como nosotros, en el Lavalle, en Mi Bandera, en el Guido, en las 1016. Nosotros venimos acá porque vivimos cerca", aseguran.
Los últimos datos de Educación en la provincia de Río Negro indican que unos 60 adolescentes de cada 100 que ingresaron a primer año terminaron Quinto. ¿Qué pasó con los otros 40? ¿Quién siguió sus pasos ? ¿Todos se incorporaron al mercado laboral? ¿Todos transitan por el camino que la sociedad espera que recorran hacia la vida adulta?.
"Es deber de la familia, de la comunidad, de la sociedad en general y del Estado Rionegrino, asegurar a la niña, niño o adolescente, con absoluta prioridad, el efectivo goce del derecho a la vida, a la salud, a la alimentación, a la educación, al deporte, a la recreación, a la capacitación profesional, a la cultura, a la libertad y a la convivencia familiar y comunitaria, así como a ponerlos a salvo de toda forma de negligencia, discriminación, explotación, violencia, crueldad y opresión"., afirma la ley 4.109.
-¿Qué hacen acá?, les pregunto a los pibes.
-"Abrimos puertas. Mirá, esa señora seguro que no le da nada", apuesta mirando a través del vidrio cómo otro de la barra realiza su tarea. "Si no le da nada, le tendríamos que arrebatar la cartera, pero no, nosotros no lo hacemos. Pero acá hay muchos que tienen un peso para darte y te dan 10 centavos. Ves, mirá no le va a dar nada", insiste.
La mujer toma una moneda y la entrega con una sonrisa amable. Todos cargan al que no creía, que mueve su cabeza con resignación. Así pasan horas, apostando según la cara de los pasajeros, sobre si darán o no monedas.
-"Venimos solamente los días que no está el policía. Porque no nos deja estar acá", cuenta el más chiquito que no para de moverse. Tiene 11 años y habla como un loro.
Su hermano de 15 dice, como pidiéndome a mí: "yo necesito trabajo, quiero trabajar para no ir más a la escuela. Para qué voy a ir a calentar banco, si no hago nada". Se prende un cigarrillo de marca desconocida y mira por la ventana.
En otra punta de la ciudad, unos 15 chicos hacen un collage con recortes de revistas. "Nos dijo la psicóloga que les
diéramos esta actividad como parte de un test", cuenta Carla, la coordinadora de la Casita del Niño del Barrio San Martín. Los niños y niñas de alrededor de 12 años están entusiasmados con la tarea, algunos buscando fotos de chicas con escasa ropa que muestran con mirada cómplice, otros pegando imágenes de autos o de paisajes.
En la sala de al lado, otros 15 algo más chicos hacen sus primeros movimientos con los peones de ajedrez. "Godo", el profesor que presentó el proyecto y que lo dicta también en una escuela céntrica, dice que el juego les despierta la imaginación y les agiliza el pensamiento. Son chicos provenientes de barrios humildes que todos los días llegan a este centro de contención en busca de apoyo escolar, un plato de comida y una taza de leche y fundamentalmente de la protección y el cariño de un adulto responsable.
Este lugar pertenece a la Fundación "Creando Futuro" del padre Luis García, un referente clave en las actividades sociales con niños y jóvenes en esta capital.
"¿Vos sos asistente social, no?", me pregunta uno de los pibes que se suma al grupo.
-No, periodista, le digo.
-"No, si sos asistente social", insiste.
-No, pero además ¿qué tienen de malo los asistentes sociales?
-"Te queman la cabeza. Te llenan de preguntas. Te quieren cambiar", dice el más chiquito que me sigue sorprendiendo con su lucidez y su velocidad para responder.
-"Uh, vamos, viene el patrullero", dice uno. Y todos corren. Lentamente pasa el móvil por la Terminal. Los efectivos observan hacia adentro y cruzamos miradas. Los pibes vuelan y se mezclan con los pasajeros. Hace rato que cayó la noche en la capital provincial. Y nubes oscuras aparecen a lo lejos. La noche y las nubes intentan tapar una realidad que está a la vista. Y que solamente requiere de ojos dispuestos a ver y oídos atentos a escuchar.
PEDRO CARAM
pcaram@rionegro.com.ar