Domingo 13 de Abril de 2008 Edicion impresa pag. 38 > Sociedad
CURIOSIDADES PATAGONICAS: Cien años del asesinato de un maestro de la Patagonia

" A 100 años de un disparo asesino. El próximo 3 de junio se cumplirá el centenario de la noche en que el agente de policía del Chubut Antonio Batilana le disparó desde atrás, a la cabeza y a muy corta distancia, al primer maestro de Cholila (Chubut), José Vicente Calderón, un riojano que alcanzó el primer escalón del magisterio en su provincia el 7 de diciembre de 1893 (diploma Nº 2010) y luego en el porteño colegio Mariano Acosta (el 22/05/1899) se diplomó de profesor (Nº 5313). Aunque el ataque a Calderón trepó a los diarios porteños a fines del otoño de 1908 y fue esporádicamente evocado, resulta oportuno exhumarlo. Calderón, que llevaba ocho años ejerciendo el magisterio en el Chubut y hacía más de dos años que había llegado al valle cordillerano apenas unos meses después que de allí se había fugado un célebre trío de bandidos norteamericanos y habiendo erigido la entonces precaria escuelita de Cholila (más tarde nº 17), resultó el primer personaje ilustrado en el lugar, y, como argentino, integrante de la minoría lugareña: los demás eran europeos, norteamericanos y mayoritariamente chilenos. Los asesinos de Calderón trataron de arrastrar al que suponían cadáver, desde la escuela y vivienda, hasta el cercano lago Mosquito. Tan corpulento como el asesinado maestro Carlos Fuentealba, el cuerpo inerte de Calderón cansó a los policías que lo arrastraban y, dándolo por muerto, lo abandonaron en un mallín. Pero Calderón, milagrosamente salvó la vida. Iba a fundar una treintena de escuelas más y narrar su historia.

" Calderón contra Martínez de Hoz. ¿Por qué matar a Calderón? Es que ya instalado en Cholila, el maestro "supo que una donación de 25 leguas de campo al perito Francisco P. Moreno...habían sido enajenadas por éste, con absoluto desconocimiento de las ulterioridades, al señor Florencio Martínez de Hoz...(quien)...con total desaprensión vendió las 25 leguas a una compañía chilena denominada Cochamó, a la que con bastante justicia se la denominaba 'punta de lanza' en la penetración chilena en el país a partir del fallo de S. M. Británica, dado en el año 1902" (de una semblanza de Luis Feldman Josin sobre Calderón). El maestro descubrió que la venta había avanzado antes de su llegada.

" Bonansea perseguido. Algunas historias que corren sobre Cholila sostienen que Bonansea y Calderón llegaron para la misma época. Bonansea, de ancestros italianos cerca de Torino, estaba en Cholila antes de 1902 y del arribo de los bandidos yanquis encubiertos como ganaderos y muchos más norteamericanos más. A Bonansea le entregaron responsabilidades policiales ad honórem. Ya a fines de setiembre de 1903 le incendiaron su casa (La Prensa 4/10/1903). Peor le iría al oponerse a la venta urdida por Martínez de Hoz. Durante el verano de 1905 la Cochamó compró las mejoras de campos que parecían fiscales. Pocos sabían que estaban adjudicados, pero Bonansea como comisario ad doc, sí. En el verano de 1906 Mario Engel siguió con la mensura. El tema parecía estar hechizado: ese agrimensor Engel terminó su campaña, llegó al Nahuel Huapi y bajó en bote por el Limay, pero naufragó pasando Piedra del Águila. Salvó la vida pero perdió el teodolito y 200 gramos de oro pepeado en arroyos del Chubut (La Nación del 16/04/1906). Quien esto escribe entrevistó -33 años atrás- en Esquel y en Buenos Aires a dos hijas de Calderón (Ernestina y Elena) y en Cholila a Juan Bonansea, el hijo homónimo del amigo de Calderón, de quien guarda una valiosa grabación. Respecto a este tema y a su momento más crítico, ya en 1908, vale lo que Bonansea hijo puntualizó: "Mi padre y el maestro elevaron un petitorio. Como mi padre tenía que hacer un viaje a Madryn para buscar mercadería que le mandaban unas tías desde Italia, aprovechó para llevar la presentación ante el gobernador. Cuando regresaba, lo asesinaron en las cercanías del río Chubut". Fue el 8 de marzo en el paraje Pozo Cuyaqueo, cerca de Telsen, y lo enterraron en Gaiman. Calderón tuvo la certeza que se trató de un crimen por encargo. (Continuará)

 

FRANCISCO N. JUÁREZ

fnjuarez@sion.com

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