Previsiones pesimistas
Al gobierno kirchnerista le gusta mofarse de los "agoreros" que previeron catástrofes que aún no se han concretado, pero acaso le convendría prestar más atención a quienes advierten que en los meses próximos la economía será abofeteada por un conjunto de turbulencias. Si bien los hombres del campo optaron por suspender durante treinta días el paro que comenzaba a causar desabastecimiento en muchas partes del país, la reacción triunfalista de algunos funcionarios ante la tregua y la propaganda agresiva oficial parecen calculadas para asegurar que se reanude en la fecha fijada por las organizaciones agrarias. Asimismo, no hay ninguna señal de que el gobierno esté dispuesto a hacer un esfuerzo serio por frenar la inflación que está corroyendo los ingresos de todos los habitantes del país. Tampoco ha hecho mucho por enfrentar los problemas múltiples ocasionados por la falta de energía suficiente como para satisfacer la demanda que, huelga decirlo, sigue aumentando gracias al crecimiento. De estar en lo cierto los empresarios y especialistas consultados por el diario porteño La Nación, aun cuando el "calentamiento global" por fin llegue al país y el invierno próximo resulte ser insólitamente templado, habrá un déficit muy importante de gas. Y si las temperaturas son aún más bajas de lo que fueron el año pasado, lo que podría ocurrir, para que no hubiera problemas sería necesario casi duplicar la oferta actual.
El panorama, pues, es inquietante. Se da por descontado que una vez más la industria se verá obligada ya a dejar de funcionar por un rato o depender de sus propias generadoras de electricidad, lo que por desgracia suele ser muy costoso, y habrá días en que los usuarios de vehículos que requieren gas natural comprimido no podrán conseguirlo. A fin de mitigar las dificultades que ya ha causado la falta de energía, el gobierno se ha acostumbrado a repartir subsidios, pero a pesar del dinero recaudado a través de retenciones no tardará en acercarse a un límite más allá del cual no le será dado ir. Según algunos empresarios del sector eléctrico, dadas las circunstancias lo lógico sería que el gobierno cortara el gas natural comprimido durante el invierno, pero no quiere hacerlo por miedo a la reacción de quienes se verían perjudicados.
Ya antes del inicio de la gestión presidencial de Néstor Kirchner, la política oficial consistía en tratar de impedir a toda costa que los usuarios residenciales tuvieran que pagar el precio de mercado del gas o electricidad que consumen. El resultado inevitable de tal estrategia fue que al mejorar las condiciones económicas muchas personas compraron aparatos de consumo energético elevado. Por lo demás, en buena parte del territorio nacional las tarifas urbanas locales siguen siendo mucho más reducidas que en los países vecinos, a pesar de que en términos de poder de compra nuestros ingresos promedio sean mucho más elevados. De este modo se ha creado una situación en que un eventual ajuste emprendido con el propósito de eliminar las distorsiones muy graves que se han producido resultaría traumático para amplios sectores de la población, pero la alternativa de persistir con la política actual o de modificarla poco a poco sólo sirve para asegurar que todos los años aumente la brecha entre la oferta por un lado y la demanda por el otro.
Convencido como está de que puede desvirtuar las leyes básicas de la economía apretando a los empresarios, el gobierno seguirá confiando en que las dotes persuasivas del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, le permitan salir del brete en que se ha metido. Puede que en ocasiones las presiones del funcionario tengan los efectos deseados, pero cuando un déficit se debe no a la voluntad de empresarios de mentalidad supuestamente oligárquica sino a que no disponen de lo que el gobierno les exige, los métodos que suele emplear no sirven para nada. Es éste el caso cuando es cuestión de gas comprimido, gasoil y electricidad. Debido a la miopía insensata del gobierno anterior, según los empresarios del sector energético el país se encuentra en una situación en que aun cuando colabore el clima les resultará imposible hacer frente a la demanda. Si tienen razón, el invierno que se acerca será tan difícil para el gobierno como le ha sido el inicio del otoño.