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Relato mágico | ||
Puesto que la inflación alta no cabe en "el relato" escrito por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su marido, decidieron ordenar al INDEC reducirla a un nivel que a su juicio sería aceptable. Desgraciadamente para ellos, el resto de la población, consciente de que el relato representa un género ficticio, no es tan crédulo como supone el matrimonio gobernante. Sabe muy bien que el año pasado el costo de vida subió mucho más que el módico 8,5% elegido por el gobierno, y en cuanto al aumento del 1,1% que según el INDEC experimentó en marzo, a todos salvo los voceros oficiales les parece ridículo. A juicio de los economistas independientes, trátese de ortodoxos o heterodoxos, en el mes del paro agropecuario los precios subieron por lo menos el 2% y pudieron haberlo hecho el 3%. Asimismo, mientras duró la protesta el propio gobierno acusó a los hombres del campo de provocar un aumento de precios desmedido pero, de tomarse en serio las cifras que acaba de difundir, el impacto hubiera sido mínimo. Las consecuencias de la tenaz voluntad kirchnerista de aferrarse a una ficción, a pesar de que con contadas excepciones los demás la encuentran absurda, han sido muchas. Una vez más, los tenedores de bonos indexados se han visto perjudicados, lo que no molestará a los Kirchner que según parece optaron por dibujar los índices con el propósito de castigarlos, pero no ayuda en absoluto al ministro de Economía, Martín Lousteau, en sus esfuerzos vanos por conseguir créditos baratos en el exterior. También se han visto golpeados los pobres, que vieron aumentar los precios de los alimentos entre el 30 y el 40% sin que el gobierno se haya dado por enterado. La reputación internacional del país ha sufrido, ya que a esta altura todos saben que las estadísticas económicas oficiales son falsas. Por su parte, los empresarios se manejan como pueden en un medio ambiente confuso: entienden que el país está atrapado en un proceso inflacionario alarmante, pero que el gobierno no hará nada para enfrentar una amenaza cuya existencia niega. Los Kirchner están sembrando el viento. Al basar su estrategia económica y política en la intimidación, en obligar a todos a fingir creer que su relato es verídico o verse tratados como enemigos, eligieron un rumbo muy peligroso que los llevará a enfrentamientos con buena parte de la sociedad. Pronto perdieron el apoyo de los habitantes de las ciudades principales del país y en marzo se las arreglaron para enemistarse con la gente de muchas zonas rurales que antes los habían respaldado. Al permitir que la inflación cobre vuelo, corren el riesgo de hundir en la desesperanza a los millones de pobres que viven en el conurbano bonaerense, que tienen que gastar más de la mitad de sus ingresos en alimentos. En tal caso, ningún aparato político o sistema clientelista, por bien aceitado que estuviera, estaría en condiciones de impedir que manifestaran su ira tal y como ya lo hicieron en diversas ocasiones cuando la realidad económica los apretaba demasiado. No se puede gobernar mintiéndole a la ciudadanía. Desde hace quince meses los índices confeccionados por el INDEC están alejándose de lo que efectivamente pagan los consumidores por lo que compran. Al iniciar su turno en la presidencia, Cristina tuvo una oportunidad para reconstruir el instituto estadístico para que recuperara el prestigio que perdió debido a la intromisión impúdica del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, quien lo transformó en una usina de propaganda sumamente ineficaz, pero no la aprovechó por no querer desautorizar a su marido. Gracias a su lealtad conmovedora, será ella la encargada de pagar los costos políticos de una maniobra insensata, atribuible a la convicción arrogante del ex presidente de que la mayoría siempre confiaría más en su palabra que en la de cualquier crítico, que además de causar indignación podría asegurar que el período de crecimiento "chino" del que la Argentina ha disfrutado en una coyuntura internacional inmejorable termine en una crisis económica equiparable con tantas otras que han sobrevenido después de etapas en las que muchos se persuadieron que por fin el país había encontrado la salida del laberinto en el que está vagando desde hace mucho más de medio siglo. | ||
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