Chivos expiatorios eran los que los hebreos hacían responsables de sus culpas ante Yaveh, abandonándolos en el desierto y cubriéndolos de insultos y piedrazos. Aquí, en Neuquén -una especie de desierto moral- los chivos expiatorios que el Movimiento Popular Neuquino -de Jorge Sobisch y Jorge Sapag- ofrece al manso pueblo de la provincia como responsables de la sangre derramada y la plata robada son, del asesinato de Carlos Fuentealba, el sargento Poblete, y Carlos Herrera y Alberto Cáceres del saqueo al Tesoro provincial. Ese saqueo que ha convertido el discurso del "cambio positivo" en un lamento interminable, que dice que no hay plata pero no dice quién se la llevó o, al menos, en qué se gastó.
Ahora que vuelven los conflictos salariales de los gremios del Estado, que como era de esperar demandan un ajuste de haberes que compense la inflación oculta, el gobernador se ha dirigido a los docentes pidiéndoles "grandeza". Hace un año la Policía neuquina, cuyo jefe máximo es el gobernador, mató a un docente que manifestaba en una ruta en favor de una actualización salarial. Ahora, el nuevo mandatario provincial parece admitir por omisión que no hay más culpable de ese crimen que el policía que presionó el gatillo, y ante la reiteración del reclamo salarial dice que no hay plata y pide grandeza. Pero este gobierno sabe dónde y en qué se fue la plata, como también sabe que, en la muerte de Fuentealba, hay más, y más arriba, responsables del gatillo fácil que abatió al maestro. Dicho de otra manera: igual que la caridad, la grandeza empieza por casa.
Se nos dirá: ¿y qué tienen que ver estos dos delitos -uno de sangre, el otro económico- entre sí? Yo diría que, para entender crímenes que a primera vista parecen disociados, hay que ampliar la mirada. Sería como, tal cual hacen los jefes militares para presenciar una batalla, situarse en un punto elevado que permita ver la totalidad o, al decir de un amigo, ponerse en puntas de pie para ver más allá del horizonte.
Hemos dicho, en otras entregas de esta columna, que desde que hizo presa en él el delirio de ser presidente de la Nación, Sobisch dejó de gobernar la provincia. No sólo porque faltó su presencia física cuando, en prematura y extensa campaña electoral, comenzó a recorrer el país, sino porque también su pensamiento se concentró en el sillón que inauguró, con escasa fortuna, Bernardino Rivadavia. Como en la caricatura de Menem sentado en un sillón que debemos a Hermenegildo Sábat, nuestro imaginario pudo ver a un Sobisch trastornado por idéntica obsesión sentado en el mismo sillón y agitando el bastón presidencial.
Dejamos para un avezado psicólogo que estudie lo que puede haber pasado en la cabeza de un hombre enamorado del poder que lo quería todo y se ha quedado sin nada. Pero no por eso podemos -nos lo impide el oficio- conformarnos con el olvido que pretende. No se conforman los veinte mil que desfilaron el último 4 de abril. Eso porque el poema del Cid nos dice que el olvido nos lleva al infierno (resucitado por Benedicto) y porque preferimos el recuerdo, que en el tejido del lenguaje es cordialidad, corazón y cordura.
De que Poblete es el autor material del disparo que destrozó la cabeza del maestro, no cabe duda. Pero si uno se pregunta por qué fue excepcionalmente dura la represión policial en Arroyito, no puede dejar de relacionarla con que Sobisch quería ocupar, frente a los comicios, el lugar de la derecha ortodoxa, el defensor del orden frente a quienes atentaban contra la libertad de tránsito. Hipólito Yrigoyen no le entregó al coronel Varela una orden escrita para que fusilara a los paisanos rebeldes de la Patagonia, pero el fusilador salió de la Rosada convencido de que era eso lo que tenía que hacer. Seguramente, a Poblete nadie le ordenó que matara, pero tampoco le advirtieron que no lo hiciera. Abandonado en el desierto, expiará las culpas de muchos.
El "caso Temux" se parece al de Poblete no sólo en que el gobierno de Sobisch eligió preventivamente a dos "chivos", Carlos Herrera y Alberto Cáceres -el primero gerente de la sucursal Buenos Aires y el segundo a cargo de la mesa de dinero- como responsables del fraude del lado del BPN. También se parece por otras razones, que no puedo escribir aquí porque carezco de pruebas. Puedo, sí, recomendar al lector que eche a volar la imaginación si quiere saber a dónde fue a parar el dinero.
Juan Pablo Bugner, director del BPN en ejercicio de la gerencia general a fines del 2004, es quien condujo la investigación del caso en el BPN. En la solicitada que publicó en este diario dijo que la asistencia crediticia a Temux "crece irregularmente a partir de los primeros días del mes de diciembre de 2004" y que llega a un máximo superior a los once millones de pesos el día 22 de ese mismo mes. Enfatiza en que no tuvo, "en relación al otorgamiento de estos descubiertos, ningún tipo de injerencia verbal ni escrita en su autorización".
Dice más adelante Bugner que el 25 de febrero de 2005 impulsó la separación de Herrera del cargo de gerente de la sucursal. No expresa los motivos, pero se supone que, después de verificar el crecimiento irregular de los créditos a Temux, ya no le tenía confianza. Sin embargo, la confianza se mantenía hasta el 5 de enero anterior, porque en esa fecha Bugner envía un mail a Herrera y a la gerenta de Créditos, Gabriela Naimo, quien, aunque usted no lo crea, comenzaba así: "Chicos: acabo de hablar con nuestro amigo del alma, señor Daniel Calabria (apoderado de Temux, n. De la r.)". El título, que se refería a Temux y Santa Elena, decía, en letras mayúsculas, "nuestros socios estratégicos".
Herrera y Cáceres se encuentran "desafectados" de sus funciones desde hace más de tres años. A pesar de que hay un sumario interno que se arrastra durante el mismo lapso, no han sido sancionados. Nadie ha sido sancionado, y no faltan los que, por su rápida y eficiente intervención en la investigación, fueron ascendidos. Es el caso de Pablo Nogués, actual subgerente general.
No hay que perder las esperanzas. Mientras su tío Jorge Sommariva excava su trinchera, el juez de la causa Marcelo Muñoz citó a testigos. Entre el martes y el jueves próximo declararán cuatro, el primero Nogués.
JORGE GADANO
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