El oficialismo y la oposición evidenciaron, a través de distintos episodios en los últimos días, que el escenario político cambió para mal y para bien, respectivamente.
El kirchnerismo comenzó a percibir cómo el poder construido en el último lustro, cuyo corolario parecía ser la entronización de Néstor Kirchner en la presidencia del Partido Justicialista, comenzó a registrar algunas grietas, tal vez superficiales, pero que de no ser subsanadas pueden profundizarse con riesgos ciertos.
La aparición del gobernador chubutense Mario Das Neves con la mira de sus críticas puesta en el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, llegó a opacar el distanciamiento del gobierno nacional que mantuvo el mandatario cordobés, Juan Schiaretti, durante y después del conflicto con el agro. Este último no sólo estuvo ausente en el acto de apoyo a Cristina Fernández en Plaza de Mayo, sino que además recibió a los representantes de las cuatro entidades agrarias, suscribió la necesidad de un diálogo inmediato de la Nación con el campo e incluso amenazó con la vía judicial si los recursos para la devolución de las retenciones a los pequeños y medianos productores no llegaba a Córdoba en tiempo y forma.
No obstante la Casa Rosada entendió la situación de Schiaretti, quien además de lidiar con una oposición de peso como la de Luis Juez, intenta despegarse de la figura de su supuesto mentor, José Manuel de la Sota.
Pero la performance de Das Neves, gobernador de una provincia donde no predomina el agro, llamó la atención. Palabras más, palabras menos, dijo que si fuera por él, Alberto Fernández debería ser echado del gobierno por su manejo erróneo de las negociaciones con el agro.
Sin embargo, si bien algunas voces en defensa de Fernández apuntaron contra Das Neves y lo acusaron de tener ambiciones presidenciales para el 2011 y de "cortarse solo", otros kirchneristas -que pidieron preservar sus nombres- deslizaron que se trata en verdad de una jugada política de Néstor Kirchner. Un mensaje del ex presidente hacia el jefe de Gabinete, nada más.
Así, ahora cobra relevancia una declaración hecha por el jefe de bloque de senadores kirchneristas, Miguel Ángel Pichetto, quien la semana pasada en medio del conflicto admitió: "Me parece que no se comunicó adecuadamente". Toda una definición, si proviene de alguien que cuando habla lo hace con la venia de la cúpula oficialista.
En la vereda de enfrente, la oposición fue sólo un testigo en el conflicto con el campo, y en los últimos días pareció despabilarse.
Por eso, no fue casual que un diálogo que venían manteniendo durante todo el paro agropecuario dirigentes opositores cordobeses -y que continuará el próximo viernes en San Francisco, Córdoba- generara tanta expectativa en el antikirchnerismo.
El encuentro de legisladores nacionales y provinciales de la región centro -Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos- pretende reclamar "por la producción y el federalismo" y denunciar la falta de una ley de coparticipación acorde a la realidad actual. Sin embargo, la Coalición Cívica de Elisa Carrió, la Unión Cívica Radical, el Socialismo y el PRO observan que "ahora sí" éste y otros encuentros pueden derivar en un frente, primero de acción conjunta contra el kirchnerismo y, quizás en el futuro, electoral.
Pero nada asegura que el cambio de escenario sea una tendencia, ni mucho menos. Así como el kirchnerismo ha demostrado que sabe cómo ejercer y construir el poder, la oposición ha dado acabadas pruebas de su errónea lectura de la situación política del país.
WALTER SCHMIDT
DyN