"Es hora de que se escuche el grito de Cristina". No sólo en el gobierno, sino también en sectores que lo apoyan críticamente, se espera que la presidenta Fernández de Kirchner pueda retomar la iniciativa y relanzar su gestión bajando el nivel de confrontación, como anoche concedió su esposo Néstor Kirchner, al anticipar que aceptará la jefatura del PJ bajo la difusa teoría "del amor y la tolerancia".
Consciente del retroceso experimentado en su imagen positiva -fuentes del kirchnerismo reconocieron que habría bajado a menos del 30 por ciento por la pelea con el campo-, la primera mandataria esta dispuesta a dar respuestas satisfactorias a las cuatro entidades agropecuarias que le hicieron un paro con piquetes por 21 días y que ahora se encuentran en estado de alerta y asamblea permanente en protesta por el aumento a las retenciones móviles a las exportaciones.
Así como aceptó normalizar la relación bilateral con Estados Unidos -formalizó las paces en la Casa Rosada con el representante de George Bush después de haber denunciado "una operación basura" de Estados Unidos-, Cristina querrá demostrar que puede "arreglar" con los sectores sojeros si no la someten a "presiones extorsivas", confió anoche un "cristino" de su estrecha cercanía.
"Si comprende que es mejor no aplicar directamente las retenciones a los pequeños y medianos productores en lugar de devolverlas, recuperará la confianza", aventuró el diputado emepenista José Brillo, firme impulsor de una mesa de diálogo entre las partes.
En su discurso ante gobernadores, intendentes y miembros del gabinete presidencial, Kirchner no sólo no se "bandeó" -apenas insistió en su guerra abierta con un multimedio-, sino que se despegó de las cuestiones institucionales, aunque no se privó de declararse "soldado de la causa popular".
Para los "cristinos" que procuran moderar los ímpetus de los "lupinos", se hace necesario marcar diferencias con la primera etapa K e incluso producir algunos cambios. Una de las áreas más cuestionadas es la económica, donde conviven malamente el ministro Martín Lousteau y el secretario de Comercio, Guillermo Moreno. "Hay que desmorenizar al gobierno", es la proclama que se escucha por doquier. "Olvídese: no se entregará ningún funcionario. Eso sería un signo de debilidad inadmisible... puede ser más adelante", admitió un vocero de la Casa Rosada.
No hay, en cambio, benevolencia hacia el gobernador de Chubut, Mario Das Neves, quien atacó directamente al jefe de gabinete, Alberto Fernández. "Fue inoportuno", coincidieron la mayoría de las voces K.
"La presidenta demostró en su reunión con su par francés (Nicolas Sarkozy) una gran personalidad y mucha solvencia intelectual. Está por comenzar otra historia", aventuró uno de sus colaboradores. Más allá de los resultados de la reunión de hoy, lo cierto es que habrá un antes y un después de la rebeldía del campo.
ARNALDO PAGANETTI