Lunes 07 de Abril de 2008 Edicion impresa pag. 15 > Opinion
ENTREVISTA::MARÍA EUGENIA ESTENSSORO, SENADORA POR COALICIÓN CÍVICA: "La presidenta cree que la realidad es un cuento"
Esta legisladora y periodista vio en la protesta rural y las cacerolas la insinuación de un hartazgo cívico. Dura con Cristina: "Este gobierno miente y miente".

-Una regla o, en todo caso, un axioma esencial de la política dice que cuando el discurso político no puede sostenerse en los hechos, "crea sus opuestos", sostiene Oscar Oszlak, se torna ambiguo y alienta tensiones. Sin relacionarlo en términos absolutos con el tratamiento del conflicto con el campo, ¿qué momento atraviesa el discurso del gobierno?

-Creo que la respuesta merece un encuadre: en estos 28 años de democracia, Argentina muestra que los gobiernos que llegaron en el marco de crisis muy profundas en el campo social, económico, político... esos gobiernos aun recuperando niveles de gobernabilidad muy significativos, cuando se prolongan en el poder vía segundos mandatos, comienzan a tener problemas. Incluso le ha sucedido -la Alianza, por caso- a gobiernos que llegados al poder con la esperanza de que oxigenen la situación, no lo hacen. Creo que estas reiteraciones responden a una cultura. Pareciera que si se arranca bien desde abajo, es decir se asume la crisis y se buscan y logran cauces para zanjarla al menos en algunos planos, en un momento dado algo bloquea el avance en procura de soluciones profundas que eviten la repetición de problemas. Y entonces el ahora: lo que aquí está en crisis es la percepción que el kirchnerismo tiene de la política, el creer que se puede gobernar contando un cuento, cosa que no se puede hacer y, si se hace, en un momento dado la historia pone las cuentas en claro. Eso es lo que está sucediendo hoy aquí... Con Menem se nos decía que pertenecíamos al primer mundo, y era un cuento. Con el kirchnerismo se nos habla de un bicentenario al que llegaremos con las tasas de crecimiento más altas y prolongadas de nuestra historia, pero cuando se encuentra que hay problemas que no sólo persisten sino que se han retroalimentado en sus expresiones...

-A escala planetaria crece la impresión de que a la política se le acotan las posibilidades de asumir problemas, lo cual no implica avalar el "no" a la política, que también es ideológico. En Israel, Merkel advierte sobre ese acotamiento. Sarkozy confiesa su sorpresa por la dinámica cotidiana que adquieren los problemas. Zapatero toma nota de que su segundo mandato viene agrio. Tomando el conflicto del campo como referencia, ¿está abierta la posibilidad de que los argentinos, con todo lo amplio que es esta categoría, comiencen a indagarse cómo están de frente a la política?

-Creo que comenzó o se está insinuando hartazgo cívico... piquetes y cacerolas son, desde hace ya mucho tiempo, símbolo de hartazgos relacionados con el poder. Hartazgos de diversa naturaleza y causales, pero hartazgos que hoy tienen esta expresión y mañana otra más grave.... Instancias en que cada uno sale a protestar incluso desde percepciones muy individuales sobre ejercicios y prácticas del poder, pero quejándose. Creo incluso que los que hemos sido elegidos como representantes del pueblo no terminamos de representar los reclamos de la sociedad....Creo que la crisis del campo fungió de catalizador de mucho de ese hartazgo.

-El peronismo nunca fue neutro en relación al poder, lo tuviera o no en sus manos. Lo ejerce sin mayores

contemplaciones, lo construye y reproduce en términos que incluso no se desligan de lo autoritario en extremo...

-El autoritarismo, como conformación cultural-política, trasciende al peronismo: está muy enraizado en toda la sociedad argentina.

-Cierto. No busco caer en reduccionismos, pero siguiendo la línea del hartazgo: ¿comienzan a estar en cuestión los términos en que el kirchnerismo acumula poder y lo reproduce?

-Del autoritarismo que define mucho a la Argentina habla que reiteradamente buscamos que nos gobiernen por encima de la ley, que quien mande vaya por afuera de la ley. Pero luego de aceptar esta práctica, esa luz verde que concedemos, llega el momento en que se nos vuelve en contra. Y entonces, la reacción... protestamos.

-¿Existe algún tema en el imaginario de los distintos planos de nuestra sociedad que, en el marco de esa relación tan enferma como el ejercicio del poder, esté funcionando ahora contra el poder?

-La inflación... sí, sí, la inflación. Está tomando forma y cuerpo muy nítidamente en la cotidianidad de la gente. Los precios están descontrolados en todas su expresiones, desde la leche al alquiler, pasando por medicamentos, etc., etc. A esta experiencia cotidiana que tiene la gente, se le suma la otra experiencia también diaria: cómo miente el gobierno en relación a la inflación. Engaña todos los días. Niega la disparada de la inflación ... ¡Es insólito!

-¿Cómo cree que se percibe ese engaño?

-Como un maltrato por parte de la política, porque el gobierno es.... es...

- Es la mayor parte de la política. En Argentina, el gobierno "suele ser toda la política", dice Halperín Donghi.

- Es el sistema máximo de decisión política. Miente el gobierno, miente la política. Ese es el razonamiento natural de la gente. Y este gobierno miente y miente... Como miente con la situación energética. Pero mire: en el trasfondo de todo esto hay una cuestión formativa por parte de la presidenta.

-¿De percepción cultural sobre la política?

-Más bien sobre la realidad, pero que por ser ella presidenta, influye sobre la política. Le doy un ejemplo de esta cuestión formativa: la presidenta usa mucho la palabra relato y cree que la realidad es solamente un cuento. Convencida de esto, saca una conclusión: la realidad es solamente un cuento, pero no advierte que gobernar no es un cuento. De ahí las desviaciones en que incurre el conjunto del discurso del gobierno. Hablan de oligarquía, terratenientes que nos quieren extorsionar, cuando la realidad dice que el sector primario es el que más define el perfil productivo de todo el país, y los acusa, soslayando de que el campo es un todo para millones de argentinos. Nos quieren dividir a partir de ese relato, sin darse cuenta de que ese relato se estrelló por estos días con la realidad. Es grave que el gobierno busque el golpe bajo para explicar sus decisiones.

-La presidenta apeló por momentos a cierta intimidad que se estructura en el discurso kirchnerista para con la gente: plantarse como víctima o como un poder al que no lo dejan hacer. Kirchner presidente buscó mucho a la gente desde ese punto. ¿Entra en la categoría de "golpe bajo" que la presidenta, en sus discursos, apelara a su condición de mujer, a su género, para explicarse ante el problema del campo?

-Es verdad que a las mujeres siempre nos cuesta el doble y la función pública no es ajena a ese costo. Esto también es una realidad. Pero no lo es menos que apelar al género para argumentar de cara al problema, es un golpe bajo en tanto y cuanto el problema surgió por la misma impericia del poder al aplicar retenciones en términos de todo o nada. Y también es un golpe bajo en relación al discurso de 48 horas antes, cuando la presidenta creyó que intimidando y enviando fuerzas de choque a la Plaza de Mayo y a las rutas, podía modificar situaciones. De frente a este método, que fue también el aplicado por el kirchnerismo el año anterior ante la huelga docente de Santa Cruz, apelar al género es un golpe bajo.

-¿Algo así como "tengo polleras cuando me conviene y cuando no, no las tengo"?

-Quizá. Desde el discurso, este es un gobierno que en no pocas oportunidades ancló en elementos y reflexiones muy observables. Y si no lo hizo desde sus escalones de mayor poder, dejó que ese discurso discurriera desde su periferia... Que un hombre apañado y acunado por el poder -D'Elía- apele a la palabra "odio" para definir lo que piensa de quienes no piensan como él, es muy grave. Una vez más, la visión maniquea de la política, de la construcción de la historia.

De cuna liberal

María Eugenia Estenssoro tiene un rostro suave, cejas muy marcadas, muy negras. Rostro sereno, con rasgos que hablan de una genética cuya savia se sustenta en cruces vinculados a lo que el Darcy Ribeiro llamó las “culturas testimonios” de nuestro continente.
Culta, estilo directo, María Eugenia Estenssoro nació en La Paz, Bolivia.
–Pero a los 4 años me bajaron de aquellas alturas y me trajeron a Argentina – dice.
Desciende de una familia con impronta muy definida en la política boliviana. Familia blanco de los desgarros que signan la historia de ese país resumen de tantos desencuentros. En ese cuadro, es sobrina nieta de Víctor Paz Estenssoro, que de la mano del Movimiento Nacionalista Revolucionario, liderara la Revolución de 1952, un complejo proceso que apuntó a rescatar al país de su legendaria postración.
–Yo no lo conocí. Mi abuelo se distanció de él y, bueno... la familia se partió – comenta.
Hija de un ingeniero que trascendió en la actividad energética de nuestro país y que falleciera trágicamente años atrás, María Eugenia Estenssoro tiene una maestría en periodismo obtenida en la Universidad de Columbia y es licenciada en Comunicaciones. En la década del ’80 fue corresponsal para el Cono Sur, de la revista “Time”. En los ’90 fue editora en economía de “Noticias”.
Hoy es senadora nacional por la Coalición Cívica que lidera Elisa Carrió.
Forjada ideológicamente en cuna liberal, Estenssoro adhiere a la amplitud de derechos. Está, por caso, definidamente de acuerdo con el casamiento entre homosexuales e incluso promueve lo que denomina “un paso más: que las parejas gay que se casen tengan la posibilidad de heredarse unos a otros y de adoptar hijos también”, declaró en octubre, horas después de haber sido senadora.
¿Pero esta muchacha, qué creé que es la libertad?, preguntó días después de esa afirmación a este diario uno de los laicos jesuitas del círculo más íntimo del cardenal Bergoglio.
– Es la libertad – le respondieron.

CARLOS TORRENGO

carlostorrengo@hotmail.com

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí