EL CAPRICHO- Mientras en Francia una marcha clamaba por la liberación de Ingrid Betancourt, en El Capricho, una aldea lejana de la Amazonía colombiana, sus pobladores expresaban miedo y compasión un mes y medio después de que supuestamente la rehén de las FARC recibiera allí atención médica.
Los campesinos temen represalias, especialmente de la guerrilla, ante los rumores de que la política colombo-francesa fue llevada al puesto de salud del caserío, en el departamento de Guaviare (sureste), durante la segunda quincena de febrero para ser tratada de hepatitis B y leishmaniasis.
La tensión motivó la renuncia del médico, mientras que la enfermera pidió traslado y su esposo, el conductor de la ambulancia, solicitó una licencia. Los tres fueron interrogados por organismos de seguridad, ante los cuales negaron haber asistido a la dirigente secuestrada hace seis años por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
"Los rumores afectaron la vida de la comunidad. Mi compañero renunció porque la situación se tornó estresante y nadie quiere tomar el puesto", afirma el doctor Daniel Perea, quien asumió el cargo mientras se nombra un nuevo titular.
(AFP)