Domingo 06 de Abril de 2008 Edicion impresa pag. 36 > Sociedad
CURIOSIDADES PATAGÓNICAS: Guerrero Félix Castro, el despojado de Huechulafquen

" El desalojo, limpieza colonial. La burocracia de principios de siglo XX imperaba también en el Ministerio de Agricultura y Ganadería y su Dirección de Tierras. Funcionarios de poca jerarquía manipulaban los expedientes de tierras fiscales y se concretaban injusticias. Hay larga y triste historia de la manipulación para las adjudicaciones a los amigos del poder. Hay muchos y notables trabajos sobre el tema y basta acceder a la cartografía y catastros con el nombre de los propietarios. Una manera de visualizarlo quizás sea accediendo al libro "Los bosques patagónicos" del ingeniero forestal Max Rotkugel, editado en 1916. Su buena cartografía devela nominaciones de grandes latifundios. Un apellido que aparece repetido en buena parte de la Patagonia es Martínez de Hoz. Entre las vastedades que les pertenecieron figuró todo el valle de Cholila, incluyendo el asentamiento de hecho con que se beneficiaron los bandidos norteamericanos. Cuando éstos fugaron, previa venta de las mejoras a la compañía chilena Cochamó, los agrimensores de los Martínez de Hoz llegaron para mensurar la tierra a venderle a la misma compañía. Aunque se promete contar alguna vez más detalles del asunto, es bueno recordar ahora que la venta de los Martínez de Hoz a Cochamó, en zona limítrofe y litigiosa, trajo desalojos y problemas graves.

" Incendio e intento de asesinato. De aquellos episodios, vale anticipar que el apenas llegado a Cholila Vicente Calderón, primer maestro en esa frontera, y el policía lugareño Juan Bonansea, fueron los denunciantes de la maniobra de los Martínez de Hoz. Fue a gran costo porque Calderón estuvo a punto de transformarse en el primer maestro mártir de la Patagonia. Fue baleado y creyéndolo muerto se lo arrastró en dirección al lago Mosquito. Fue abandonado y milagrosamente se salvó. Al policía Bonansea le incendiaron la casa.

" Yerio, obligado a un desalojo. Al que fue comisario de Junín de los Andes desde 1905 hasta 1911, Cecilio Yerio, se le ordenó desalojar a un viejo ocupante de tierras. Fue un episodio desgraciado por la personalidad del desalojado. Yerio iba a desligarse de sus funciones. Con sus ahorros se dedicó al comercio en Junín de los Andes y paralelamente a la compra venta de hacienda. De la inusitada prosperidad devino en estanciero y tripuló los primitivos automóviles. En esa carácter fue entrevistado hacia fines de 1941 (LNP 1/1/1942), cuando habían pasado más de 30 años del episodio que así recordó: "Siendo comisario de policía en las cercanías de Junín de los Andes, me tocó actuar de forma enérgica de acuerdo a las órdenes recibidas de mis superiores ante un poblador argentino que siempre estimé y valoricé intrínsecamente por sus excelentes condiciones de hombre. Existen aún (entonces, años 40) viejos vecinos que darán fe de todo... En el paraje Huechulafquen ocupaba un campo fiscal que había solicitado en compra Félix Castro, guerrero del Paraguay y baqueano en la Campaña del Desierto. Había logrado formarse de un capital en hacienda mayo y menor suficientemente importante. Desgraciadamente me tocó a mí...tener que notificarle el inmediato desalojo...y hacer entrega a su vez de la posesión del mismo, a dos extranjeros que habían llegado al país recientemente como integrantes...de la Colonia Bóer y que el gobierno les había ofrecido colonizar". Yerio nunca olvidó las palabras del desalojado. Fueron éstas: "Si el gobierno argentino premia en esta forma mis servicios de soldado en la guerra con el Paraguay en cuyo frente permanecí por espacio de dos años y habiendo sido herido en dos acciones de guerra y de haber servido como baquiano a nuestro ejército en la expedición del desierto, me recompensa, repito, con el despojo de la tierra que ocupo hace más de 15 años y no respeta mi ancianidad argentina, no retiro nada ni desalojo mi casa". Yerio contó que sin embargo, el anciano criancero Félix Castro abandonó el campo y el ganado, "llevándose únicamente unos bueyes y una vieja carreta".

(Continuará)

 

FRANCISCO N. JUÁREZ

fnjuarez@sion.com

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí