SANTIAGO DE CHILE (DPA).- Las alzas en los precios de los alimentos arrastraron a millones de centroamericanos al hambre, pero abrieron también la posibilidad de que hoy Sudamérica eleve estratégicamente su producción agrícola, dijo a DPA el representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe, José Graziano.
El mayor valor de cereales, leche y granos persistirá otros cinco años, según el funcionario. El incremento está inducido por aumentos estructurales en la demanda de China e India, además de caídas en los stocks y ataques financieros especulativos.
Los más beneficiados serán los países exportadores de bienes agrícolas, como Brasil, Argentina y Chile. Ellos en conjunto explican la mitad de la producción regional, estimada en 122.000 millones de dólares anuales.
En el anverso, Guatemala, Nicaragua y El Salvador verán incrementarse el hambre en sus tierras, debido a que sus economías no logran producir los alimentos que requieren, a causa tanto de problemas de riesgo como al azote de huracanes y sequías.
Ya entre 2002 y 2004, antes de que los alimentos llegaran a sus máximos actuales, unas 2,5 millones de personas cayeron en subnutrición en el istmo, según la FAO. En el resto de la región unas 10 millones de personas dejaron la pobreza en ese lapso. "El hambre es una vergüenza en América Latina, un continente exportador de granos y cereales", denunció al respecto Graziano.
Hoy nueve millones de niños menores de cinco años están desnutridos en Latinoamérica, de un total de 30 millones que padecen hambre, según estudios de la FAO, UNICEF y UNESCO.
La situación de estos infantes, que presentan signos de retardo en su crecimiento biológico y psicosocial, es crítica en Argentina, Honduras, Nicaragua, Colombia, Panamá, Bolivia y Ecuador.
De hecho, en Guatemala, Honduras y Bolivia, entre un 27 y un 49 por ciento de los niños padecen desnutrición crónica, según cifras de sus gobiernos y Naciones Unidas. Pero elevar la producción supondrá un enorme desafío ambiental y tecnológico para la región, donde ya 720 millones de hectáreas son destinadas a fines agrícolas. "Salvo Brasil, el resto de los países no tiene más tierras disponibles", explicó Graziano.
Por ende, generar un shock de oferta que aproveche los altos precios de los alimentos pasará necesariamente por mejorar la productividad agrícola. Hoy el PIB per cápita de este sector es de unos 1.340 dólares, apenas un tercio del global.
Otro punto es la equidad en la distribución de los beneficios. Hasta ahora las utilidades de los mayores precios de los alimentos quedaron en manos de los intermediarios. Ello explica que aún hoy un 30 por ciento de la población rural latinoamericana viva como indigente. O sea, no tenga para comer, en una región del mundo que produce más alimentos de los que necesita.