-¿Cómo es trabajar con niños?
-Fantástico. Uno tiene la oportunidad de empezar desde muy temprano. De prevenir. De ganar tiempo. De ayudarlos a ellos y sus familias.
-¿Hay una conciencia definitiva de que la psiquiatría puede abordar problemas de la niñez?
-No está muy presente. Pero es importante que se empiece a pensar con más naturaleza sobre sus posibilidades. Cuando se habla de psiquiatría infantil casi siempre surgen los temores por una enfermedad. Lo importante es erradicar la idea de estigma. Existe la idea de que si un niño va a un psiquiatra es porque está en las puertas de la locura. Como ocurre también con los adultos. La verdad es que para determinar el estado de un niño hace falta un trabajo integrador y de diagnóstico. Con especialistas experimentados que aborden estas problemáticas desde la familia, las guarderías, las escuelas.
-¿Existe una edad ideal para hacer consultas preventivas?
- La consulta puede empezar desde antes del nacimiento de un niño. Los padres presentan enfermedades o embarazos no planeados, o hay casos de abuso, o personas que tienen enfermedades médicas o mentales. Incluso hay padres que tienen diabetes y epilepsia y que muchas veces consultan antes de tener un niño. En estos casos, hay condiciones del niño que deben preverse. Por otro lado, están los padres con enfermedades mentales. Algunas de ellas tienen una incidencia genética y pueden poner en riesgo a los niños.
-¿Cómo puede manifestarse un problema psiquiátrico en un niño?
-Hay chicos que no comen o no duermen. Hay casos en los que puede ocurrir por una falta de educación: al niño no se le enseñó a dormir o a comer bien. Pero en otras ocasiones existe un origen psiquiátrico, con casos más severos, como los fallos de sobrevivencia, el autismo. Otros tienen problemas gastrointestinales o de superactividad en la escuela.
-¿Estos indicios pueden detectarse durante el embarazo?
-Algunos chicos que se muestran muy activos, superactivos en la escuela, ya registran mucho movimiento desde que están en el útero. Cuando gatean se mueven a gran velocidad, se "escapan", dan esa sensación. Pero siempre el especialista es el que tiene que determinar qué es lo normal y qué no lo es. Debe determinar cuándo entra la medicina, sin apresurarse.
-De acuerdo con su experiencia, ¿cómo abordan las instituciones públicas la psiquiatría infantil?
-Hay mucho por trabajar. Donde yo vivo, en EE. UU., uno puede decir que hay muchas especializaciones y la educación se desarrolla dentro de ciertos parámetros de consistencia. Pero incluso allí las escuelas de medicina no generan los suficientes psiquiatras infantiles. Trabajar con niños es una profesión que refleja, por desgracia, cómo el mundo, aunque quiere mucho a los niños, no les da los suficientes recursos. El mundo siempre deja para después a los niños.
-¿Cuáles son las "alarmas" que expresa un niño? ¿Cómo pide ayuda?
-Hay cosas específicas. Pero antes de eso hay signos que, aunque no son específicos, sí resultan impor
tantes. Como cuando usted llega al médico y tiene fiebre. Yo lo resumiría en los signos vitales, en un primer lugar. Dormir y comer bien para un niño es una forma de expresar un buen cuadro. Pero hay otros factores, como lo mucho que le pueda costar a un niño socializar en las etapas de su vida en las que debería no tener problemas. El comportamiento en la escuela también es clave.
-¿Cómo atiende un psiquiatra a un niño que no puede expresarse con palabras?
- La interacción es con el juego. Juegos con técnicas específicas. Es el lenguaje que usamos.
-¿Se puede hablar de una enfermedad o condición más común en la infancia?
- Hay condiciones que son muy comunes. Existen problemas de impulsividad, problemas de atención. De comportamiento. Eso es lo de todos los días. Si usted llega a una escuela y cierra los ojos y toma a un chico, es muy probable que tenga entre sus manos un caso de estos que menciono.
-Al margen de la genética, ¿hay determinantes sociales, políticos, económicos que evalúa la psiquiatría infantil?
-Eso es muy importante mencionarlo.
Hay poblaciones que manifiestan una llegada constante de nuevos pobladores. Neuquén, tengo entendido, es uno de estos casos. Una de las mayores causas de estrés y desajustes es la emigración. La pérdida que supone llegar a un nuevo lugar para un niño. Esto es un factor que puede potenciar un problema ligero, que puede convertirse en algo más grande. Y hay depresión. Antes se creía que los niños no se deprimían. Son problemas que generan los movimientos sociales, que suponen la asimilación de una nueva cultura y, a veces, la división de las familias.
-Una situación económica que en principio tiene como objeto a un adulto, ¿el niño, psicológicamente, la asimila?
-A veces es el primero en detectarla.
- ¿Y cuál es la forma en que lo registra? ¿Es a nivel consciente?
-A nivel del comportamiento. Él sabe que le duele algo. Llora, se pone incómodo. Llega a la escuela, no pone atención. Es así como lo asimila.
- ¿El tratamiento psiquiátrico apunta a que un niño entienda el problema que padece?
-Idealmente, sí. Es una cosa importante. En el 90% de las familias que yo veo, hablo primero con el niño. Saco a toda la familia. Y le pregunto al niño: "¿Qué te duele?" Yo soy médica. Y he trabajado muy cerca de pediatras. Para los niños es más natural si soy un doctor común y corriente. Por otra parte, no es bueno hacer una separación entre la mente y el cuerpo, teniendo en cuenta las consecuencias físicas que una enfermedad mental muestra.
-Usted ejerce en Estados Unidos, un país "desarrollado", por decirlo así. ¿Existen condiciones psiquiátricas que son recurrentes tanto allí como en Latinoamérica?
-Sí, pero hay que tomar en cuenta la situación cultural, socioeconómica, educacional. Como mexicana, muchas veces me da gracia salir de EE. UU., porque es muy interesante cómo lo ven desde afuera. Desde mi práctica privada y en una clínica, yo veo de todo. Los síntomas, cuando uno sufre, duelen igual en todas partes. Sí hay diferencias en el tiempo que tarda una persona en pedir ayuda. Los asiáticos son de estar callados. Reservan sus expresiones. La ventaja allá es la capacidad de respuesta. En muchos casos, la disposición de fondos para el tratamiento y la investigación.
-Durante los últimos años, quizás en EE. UU. con mayor notoriedad, pero en el resto del mundo también, se ven irrupciones violentas de niños. Han matado gente, atentan contra la figura de autoridad. ¿Qué análisis hace de esto?
-Los casos de los niños que balacean a otros niños y a sus maestros, tienen causas locales, nacionales y mundiales. En síntesis, están mandando un mensaje. Hay que actuar cuando este problema es un enojo, cuando todavía está dentro de la familia. Esto no se arregla con más cárceles o más represión. Hay que actuar mucho antes del balazo.
Alicia Galvaya dice que los motivos que la llevaron a especializarse en psiquiatría infantil hay que buscarlos, precisamente, en su niñez. Ante la pregunta, se queda pensando, mirando un punto indefinido de la habitación donde tiene lugar la entrevista y dice, luego de una risotada:
"Creo que todo comenzó cuando yo era chica. Yo vivía en México DF, soy la segunda hija de una familia donde hubo siete hijos. La única hija mujer era yo, hasta que nacieron las dos últimas. Así que fui algo así como la asistenta de mi madre, porque cuidé de todos mis hermanos", dice en un español atenuado por los ostensibles rastros que dejan en sus palabras los más de 30 años viviendo en Estados Unidos.
Allí se diplomó en Harvard, donde también es docente. Ejerce como psiquiatra en forma particular, pero también en el Massachusetts General Hospital.
Precisamente, en este lugar de Estados Unidos está considerada como una de las pioneras de la psiquiatría infantil.
A Neuquén llegó invitada por el director del Instituto Austral de Salud Mental (IASM), José Lumerman, quien expresó que la visita permitirá capacitar al equipo de la institución que dirige, a la vez que resaltó la importancia social para toda la comunidad de la llegada de la especialista mexicana.
Producto de esta visita, el viernes último participó de las "Primeras Jornadas de Salud Mental Infanto Juvenil", en la sede local del Museo Nacional de Bellas Artes.
Permanecerá en esta provincia durante unas dos semanas, para capacitar al equipo del Austral.
Galvaya subrayó la importancia de "perder los temores a la hora de realizar las consultas" como "una forma de prevenir y buscar lo mejor para los niños, porque muchas veces el prejuicio les gana a las soluciones". (AN)
FERNANDO CASTRO
fcastro@rionegro.com.ar