Las Olimpíadas 2008 que se celebrarán en agosto próximo en Beijin, China, pondrán a los atletas en la paradoja de respirar aire envenenado al tener que competir en una de las ciudades más contaminadas del planeta.
Puesto que en el mundo muere más gente por contaminación que por accidentes de tránsito -2 millones de personas por año, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS)- resulta un contrasentido que las Olimpíadas se realicen donde los niveles de polución triplican lo aconsejado por ese organismo.
Frente a esto, varios atletas ya han anunciado que no participarán en sus Juegos Olímpicos, y muchos maratonistas y ciclistas -más expuestos que otros a aspirar partículas- han decidido culminar su preparación deportiva muy lejos de allí.
En los últimos tiempos, China ha invertido 11.000 millones de euros en reubicar fuera de Beijin unas 100 industrias contaminantes y tomó, contra el reloj, centenares de medidas para limpiar el ambiente, como sustituir taxis por bicicletas, potenciar el transporte público y limitar el tránsito de autos.
Pero no alcanzó: sólo logró bajar a 91 microgramos por metro cúbico las partículas en suspensión -sulfatos, nitratos, amoníaco, cloruro sódico, carbón y polvo mineral- producidas especialmente por escapes de autos y chimeneas hogareñas e industriales.
En contraste, los límites establecidos por la OMS para no alterar la salud están entre 10 y 20 microgramos por metro cúbico de media anual y entre 25 y 50 microgramos de promedio en 24 horas seguidas, niveles muy por debajo de los registrados en Beijin.
Por encima de tales parámetros la contaminación provoca cáncer de pulmón y enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Pero la meteorología ayudará a Beijin: las Olimpíadas comenzarán el 8 de agosto y terminarán el 24, en plena estación de los monzones y cuando los calefactores estén apagados.
Como los vientos y lluvias provienen del mar y no del desierto ni del interior, donde hay ciudades tan o más polucionadas que Beijin, los monzones permitirán que durante los juegos los contaminantes se dispersen, a pesar de que aun así sus niveles seguirán por encima de cualquier ciudad europea.
Fuente: Télam