La presidenta Cristina Fernández de Kirchner pidió ayer a los productores ruralistas que están en huelga que "levanten el paro para poder dialogar". Fue en el tramo final de un discurso en el que se puso ella -como mujer- y su gobierno en el papel de víctimas de diversos intereses: "grandes pooles productivos, caceroleros, golpistas, etc". "Dialogar con una pistola en la cabeza es muy difícil", justificó con una frase grandilocuente, al lanzar una acusación a los ruralistas.

Su mensaje en Parque Norte (en un acto de neto corte partidista, con marcha peronista y la presencia de su esposo, ministros, gobernadores y los polémicos Luis D'Elía y Hugo Moyano) buscó apostar a romper el frente agropecuario, en el que conviven pequeños y medianos productores, ganaderos y grandes propietarios. No hubo anuncios concretos, insistió en las antinomias "pooles grandes" vs. productores pequeños o pobres vs. ricos y desdeñó los cacerolazos, comparándolos con un "cambalache".

En reacción al discurso, las entidades del agro con representación nacional iniciaron una serie de contactos para fijar una posición común, que podría darse a conocer hoy. Las cacerolas volvieron a escucharse anoche. Sólo en Capital y con mínima participación, comparada con la del martes (ver abajo).

En la protesta del campo y tras el discurso de Cristina, las diferencias se notaron en el interior. En Gualeguaychú se ratificó el paro y seguirán los cortes. En cambio, en tres provincias como Córdoba, Santiago y Jujuy se habían levantado los bloqueos antes de las palabras de la Presidente. Más cautos, otros esperan la respuesta formal de las entidades agropecuarias. (Ver pág 4)

Antes del discurso de la presidente, a través de un comunicado, las entidades habían pedido que "se abra una instancia de diálogo". De todos modos, eran pesimistas respecto a obtener logros importantes. Es que la dureza de la presidenta sobre las decisiones estratégicas que hay que tomar, especialmente para evitar la "sojización" del país, hace presumir que es poco lo que se concederá en una eventual negociación y que las medidas a tomar se centrarán en los pequeños y medianos productores rurales.

A diferencia del mensaje del martes pasado, Cristina Fernández convocó ayer en Parque Norte al diálogo, aunque precisó que el levantamiento de las medidas de fuerza es la condición indispensable para iniciar las negociaciones, en lo que parece un punto sin retorno desde el inicio del paro el 13 de marzo.

Tampoco fue alterado otro de los puntos que impiden el acercamiento entre las partes, como es la implantación del esquema de retenciones móviles para la soja, el girasol, el maíz y el trigo, que fue precisamente lo que dio origen a la protesta rural.

Por el contrario, Cristina Fernández salió en defensa de la medida, al menos en lo referente a la rebaja en trigo y maíz, por entender que ello "provoca la reducción de los arrendamientos de los campos", condición en la que se encuentra, dijo "el 60%" de las unidades productivas rurales.

En consecuencia, se preguntó "por qué (se realiza) un paro empresarial por tiempo indeterminado para privar de alimentos a los argentinos". "Quiero convocar a todos al diálogo, pero fundamentalmente al sector que todavía corta los caminos. Les pido humildemente en nombre de todos los argentinos que levanten el paro para poder sentarnos a dialogar", afirmó la presidenta en un plenario kirchnerista. Para defender esa tesitura, sostuvo que "por una cuestión institucional no se puede negociar sin que se haya levantado una medida de fuerza que extorsiona a la población".

A pesar de que intentó plantear un discurso conciliador, también remarcó que los piquetes en las rutas "son para privar de alimentos a los argentinos" y que se trata de "medidas de fuerza que extorsionan a la población".

Los presidentes de las entidades agropecuarias proseguirían hoy el encuentro que interrumpieron ayer, horas antes del discurso de la presidenta. (DyN/R.Central)