Por goleada pierde el capital social en la Argentina cada vez que los vecinos salen a la calle en una protesta sin red y dejan en evidencia que no existe ningún estamento democrático que los cobije. El abismo asoma cada vez más frecuente y la que sufre es la democracia. Apenas unas palabras y el muy sensible pelaje nacional que reviste a la clase media se eriza y envalentona al son de cacerolas. ¿Pero qué hay al frente?: un gobierno que no aprende que el 47% de los votos no asegura un tránsito apacible si se quiere gobernar desde un poder unilateral. Que la construcción de la ciudadanía y de la institucionalidad se hace desde la consulta de las partes, la suma de los diversos intereses en los conflictos; en fin, de todo aquello que se prometió en el discurso de asunción y que en la práctica se borra con otros hechos y otro discurso que lleva al país a reflotar antagonismos que todos creíamos ya sepultados. De nuevo escuchar la palabra gorilas o "esa mujer". ¿Llevar a la sociedad a este nivel de fragmentación es un tremendo error político o una estrategia? Si se trata de lo segundo, perdemos todos. Si es lo primero, retroceder es un acto de grandeza, nunca una debilidad.
Mientras tanto, las organizaciones sociales, aquellas que trabajan en los temas vinculados con la sociedad civil, ¿dónde están?, ¿no es acaso "nuestro conflicto"?
¿El problema de los argentinos no es nuestro problema?, ¿dónde estábamos en el 2001 y dónde estamos ahora? La única manera de salir de este atolladero es entender que el diálogo social es una obligación del Estado y que las organizaciones sociales vigorosas de ciudadanos que quieran participar, podemos y debemos ser un buen camino para acompañar los procesos sociales. Exigir y controlar al Estado para una reforma política de calidad y seguir al congreso en sus decisiones. Seducir a los ciudadanos a que dejen de ser "vecinos" que salen a la calle cuando algo les molesta para ser pujantes defensores de una democracia plena, participar en una causa que les apasione y desde allí colaborar en la construcción de una Argentina más sólida, menos fragmentada y más armoniosa desde donde construir un país con un futuro posible.
ALICIA CYTRYNBLUM (*)
(*) Presidenta Periodismo Social, Asociación Civil
Especial para "Río Negro"