BASORA, Irak (AFP) - El primer ministro de Irak, Nuri Al Maliki, se comprometió ayer a continuar la ofensiva contra los milicianos chiítas del líder radical Moqtada Sader, quien pidió una solución "pacífica", luego de tres jornadas sangrientas, con más de un centenar de muertos, mientras Bagdad quedaba bajo toque de queda hasta el domingo.
En este contexto, la comandancia militar iraquí decretó un toque de queda en toda la capital prohibiendo la circulación de vehículos y personas entre las 23 y las 05 del domingo, según anunció la televisión estatal Iraquiya.
Horas antes, Maliki se había comprometido a continuar la ofensiva contra los milicianos chiítas luego de tres jornadas sangrientas que dejaron más de un centenar de muertos, y pese a las voces que reclaman su dimisión.
"No vamos a renunciar a nuestro compromiso. Negociar con los forajidos es contrario a la Constitución. Su sola opción es abandonar las armas y dar garantías de que van a respetar la ley", aseguró el primer ministro en un comunicado.
Maliki dio el miércoles un ultimátum de 72 horas a los milicianos para que cesen la violencia. Tras estas advertencias, el jefe radical del poderoso Ejército del Mahdi (principal milicia chiíta iraquí), Moqtada Sader, hizo un llamamiento para buscar "una solución pacífica y política a la crisis para evitar un derramamiento de sangre", según un comunicado emitido este jueves desde la ciudad de Najaf.
La ofensiva contra las milicias coincide con un momento especialmente violento en el país.
Los combates entre tropas iraquíes y milicianos chiítas en los últimos tres días se saldaron con, al menos, 105 muertos y centenares de heridos. Los combates alcanzaron en la madrugada de ayer la ciudad de Kut y proseguían en la sureña Basora, donde un oleoducto fue saboteado.
Varias horas de escaramuzas en Kut (a 170 km al sureste de Bagdad) causaron al menos 44 muertos (40 milicianos y cuatro policías), según el jefe de la policía de esta ciudad chiíta, el general Abdul Hanin Al Amara.
Al mismo tiempo, grupos de seguidores del clérigo radical Sader se manifestaron en Bagdad para exigir la dimisión del primer ministro.
El primer ministro supervisa directamente la operación militar denominada "La carga de los caballeros", emprendida el martes contra el Ejército del Mahdi en Basora, el gran puerto petrolero situado a 550 km al sur de Bagdad, donde viven 1,5 millones de habitantes.
Respaldo de Bush
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, se mostró confiado ayer del éxito de la actual ofensiva militar, aunque reconoció que al ejército regular iraquí le llevará cierto tiempo vencer a los milicianos chiítas. Bush señaló además que "la normalidad está volviendo a Irak" y añadió que esperaba que ese país asumiera pronto el costo total de las operaciones de su propia seguridad. Bush también reclamó a Siria y a Irán que dejen de apoyar el terrorismo en Irak.
"Los regímenes en Irán y Siria deben dejar de respaldar la violencia y el terrorismo" en Irak", aseguró el presidente estadounidense.
Por otro lado, un civil murió en la noche de ayer en Bagdad tras el lanzamiento de cohetes en la llamada Zona Verde de la capital, un área fortificada. Además, un soldado estadounidense falleció al estallar una bomba al paso de una patrulla.
Con esta muerte, son ya 4.004 soldados estadounidenses muertos desde 2003 en Irak.