Jueves 27 de Marzo de 2008 > Carta de Lectores
Obstinación suicida

La Argentina es un país de instituciones precarias en que el poder de la presidencia descansa en dos pilares: uno consiste en la voluntad generalizada de que no se reproduzcan más crisis como las que siguieron a la caída, de resultas de un golpe civil, del gobierno de Fernando de la Rúa; otro en la imagen positiva de Néstor Kirchner y su esposa, la presidenta Cristina Fernández. Por lo tanto es muy preocupante que la mandataria se las haya ingeniado para manejar las protestas del campo contra el aumento brutal de las retenciones de manera tan torpe que no sólo los agricultores mismos estallaron de ira sino que también los centros urbanos principales del país se llenaron de gente indignada que protagonizó escenas plenamente comparables con las que presagiaron el derrumbe del gobierno de la Alianza. A pesar de lo que dicen los voceros oficiales, los cacerolazos fueron espontáneos. Los motivaron la actitud soberbia de la presidenta que en un discurso difundido por televisión insultó a los hombres del campo, tratándolos de ricos desagradecidos, y cerró la puerta a cualquier posibilidad de diálogo. Como es natural, muchos se sintieron ofendidos por el espectáculo provisto por una multimillonaria célebre por su afición a bienes de consumo costosos que atacó así a los chacareros y a los peones del campo que, para sorpresa de sus presuntos dirigentes, están liderando las protestas.

Puede que los manifestantes que colmaron las plazas de las ciudades no supieran mucho de los problemas del campo o de las consecuencias probables para el país del aumento de las retenciones, que constituyó la gota que desbordó un vaso ya lleno. Lo que los enojó fue la evidente voluntad de Cristina de mantenerse fiel a las tácticas agresivas favorecidas por su marido y a su costumbre maniquea de dividir a los argentinos entre oficialistas buenos y opositores malos, entre los que según el matrimonio quieren ayudar a los pobres y los "oligarcas" y "neoliberales" que supuestamente sólo quieren depauperarlos todavía más. Se trata de una modalidad política típica de regímenes autoritarios que entienden que la clave del éxito consiste en identificar al enemigo para entonces movilizar en su contra al "pueblo". Asimismo, el que los Kirchner hayan elegido estrechar sus vínculos con personajes como el piquetero Luis D'Elía y el mandamás camionero Hugo Moyano, dúo que les suministra una especie de guardia pretoriana, hace temer que al país le aguarde un período sumamente conflictivo debido más que nada a la intolerancia que es una de las características más llamativas del matrimonio gobernante.

Parecería que a Cristina y a su marido les cuesta entender que luego de algunos años de bonanza la economía está comenzando a enfrentarse con problemas muy graves. Por mucho que el gobierno lo niegue, la inflación es bien real y está corroyendo día a día los ingresos de amplios sectores de la población. También la pobreza dejó hace mucho de disminuir. Otro motivo de preocupación legítima consiste en la voracidad fiscal de un gobierno nacional que parece resuelto a empobrecer a los provinciales a fin de subordinarlos a un "proyecto político" meramente personal, ya que se limita a incrementar el poder de los Kirchner por los medios que fueren y por lo tanto a debilitar a los demás. Como algunos gobernadores provinciales han empezado a señalar, las retenciones que tanto dinero significan para las arcas oficiales no son coparticipables, razón por la que los impuestos así calificados raramente se ven utilizados para mejorar la infraestructura y los servicios públicos en las zonas rurales. Conscientes de que no les convendría del todo alejarse de los productores locales, ciertos gobernadores ya se han pronunciado contra la dureza a su juicio insensata de un gobierno nacional que parece ser congénitamente incapaz de distinguir entre autoridad por un lado y autoritarismo por el otro. ¿Les prestarán atención Cristina de Kirchner y su marido? Es de esperar que sí, ya que de otro modo no tardarán en verse frente a una coalición opositora conformada no sólo por el grueso de la población urbana sino también por el campo, el único sector que es internacionalmente competitivo y que por lo tanto es el gran responsable de la recuperación macroeconómica del país.

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