Lunes 24 de Marzo de 2008 Edicion impresa pag. 05 > Nacionales
La ortodoxia peronista elude a Scioli
Los intendentes tienen contacto directo con la Rosada y Scioli no logra ganarse la confianza de ellos.

BUENOS AIRES (ABA).- El gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, sobrepasó sus primeros cien días de gestión -que se cumplieron el último miércoles-, sufriendo la firme oposición de un grupo de los más importantes jefes territoriales de su provincia: los intendentes del peronismo más ortodoxo.

Una buena parte de los caciques comunales, tanto los que se alinean con el matrimonio Kirchner como los llamados radicales K, le aplicaron a Scioli un método de presión similar al que había sufrido su antecesor, Felipe Solá. Mantienen un diálogo directo con la Casa Rosada, que los escucha y ayuda otorgándoles a sus municipios obra pública y apoyo político, lo que produce que puedan manejarse de manera autónoma al ejecutivo provincial.

A pesar de que es un peronista de raza, y de que hizo carrera en el menemismo, el duhaldismo y el kirchnerismo, Scioli aún no logró ganarse la confianza de muchos de ellos, que lo critican en privado y presionan a través de sus diputados y senadores de la Legislatura porteña.

El grupo de intendentes que lideran la oposición interna en el peronismo a Scioli está integrado, entre otros, por Julio Pereyra (de Florencia Varela), Alberto Descalzo (Ituzaingó), Mario Ishii (José Carlos Paz), Pablo Bruera (La Plata y Jesús Cariglino (Malvinas Argentinas).

Todos ellos tienen línea directa con Néstor y Cristina Kirchner, que se regodean con cualquier conspiración que pueda surgir contra Scioli, a quien ven más como un posible contrincante político en el futuro que como a un aliado.

Igual que los intendentes, suele hacer una diferencia con al vicegobernador, Alberto Balestrini, a quien consideran "tropa propia" y a quien utilizan como una especie de "espía" en la gobernación bonaerense.

 

Inseguridad, tema clave

 

Jamás lo van a admitir en público, pero estos jefes comunales están descontentos con la gestión del ex motonauta.

Dicen que no tiene un verdadero plan para luchar contra la inseguridad, lo consideran más porteño que bonaerense, y están muy molestos con algunos de sus ministros, a los que acusan de no tener ni la experiencia ni los conocimientos suficientes para administrar las cuestiones públicas de la provincia.

En realidad, su enojo nació cuando Scioli armó el Gabinete casi sin consultarlos. Los intendentes pretendían designar a algunos de los ministros, pero el gobernador no les dio lugar. "Teníamos que demostrar un gesto de autoridad", explican cerca de Scioli. Pero en el círculo íntimo del gobernador también admiten que esa jugada les terminó provocando algunos situaciones impensadas: los intendentes, por ejemplo, impidieron junto a sus legisladores que Scioli designe a las autoridades de la Legislatura bonaerense, por donde pasarán todas las leyes claves de su gestión.

De manera sorpresiva, el gobernador se vio cercado y no logró el apoyo suficiente para colocar a hombres propios en la Presidencia de ese cuerpo y en la jefatura del bloque del PJ.

El intendente Descalzo impulsó a Horacio González para que ocupe la titularidad de la legislatura, y el intendente de La Plata, Pablo Bruera, impuso a Raúl Pérez como titular del bloque en diputados, y a Osvaldo Goicochea como jefe de bloque "oficialista" del senado. Bruera se transformó en un opositor virulento contra Scioli. A fines de febrero atacó al ministro de Seguridad, Carlos Stornelli: dijo que La Plata se había transformado en una gran "zona liberada".

Bruera golpeó donde más le duele a Scioli, el tema de la inseguridad. Hizo de vocero del grupo de jefes comunales disidentes, que se quejan cada vez más de su desempeño.

Scioli cree que las repetidas versiones de que Stornelli va a renunciar son generadas por ellos.

En la conflictiva Buenos Aires, no es una buena señal que los intendentes peronistas estén descontentos con el gobernador.

NICOLÁS WIÑAZKI

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