Si el ex presidente Néstor Kirchner cree que la eventual repatriación de los tristemente célebres fondos de Santa Cruz que se ha anunciado para el martes pondrá fin a un asunto que en otras partes del mundo le hubiera costado muy caro, se equivoca por completo. Además de verse obligado a rendir cuentas por lo que realmente sucedió con los más de 500 millones de dólares estadounidenses que fueron depositados en el exterior cuando gobernaba la provincia, Kirchner tendrá que explicar, en la medida en que le resulte posible, su afirmación, reiterada a partir del 2005, de que el dinero ya se encontraba en el país. Puesto que es apenas concebible que funcionarios autorizados le hubieran informado que los fondos ya habían sido repatriados y que a pesar de su notoria pasión por averiguar todos los pormenores contables de operaciones de este tipo se hubiera dejado engañar, es lícito suponer que el en aquel entonces presidente de la República sabía muy bien que mentía pero que daba por descontado que merced a su poder político no corría ningún riesgo de tener problemas con la Justicia.
Que un mandatario a veces exagere o que propenda a tergiversar la realidad, subrayando lo positivo y quitando importancia a lo negativo por motivos políticos, puede considerarse normal. También es excusable que un mandatario confíe demasiado en datos que más tarde resulten ser erróneos. Lo que nunca puede tolerarse es que para salir de un brete pasajero un presidente de la República se crea facultado para mentir descaradamente al país. A menos que la ciudadanía tenga la seguridad de que el jefe de Estado la respete lo suficiente como para ceñirse a la verdad cuando formula declaraciones de interés público, se desvirtúa el pacto tácito en que se basa la democracia republicana. Por desgracia, parecería que Néstor Kirchner no siente respeto alguno por sus compatriotas -de lo contrario no se le hubiera ocurrido decirles algo que pronto se revelaría falso- de suerte que no sorprendería en absoluto que andando el tiempo resultara ser mutuo el desprecio así manifestado.
La sospecha de que las mentiras, evasivas y promesas incumplidas oficiales que desde el vamos acompañan la saga de los fondos de Santa Cruz han estado destinadas a encubrir un caso de corrupción nada anecdótico se ha intensificado últimamente al confesar voceros del gobierno provincial que no tienen ninguna idea de cuánto dinero volverá al país -si es que lo hace- luego de tres lustros en el exterior. Según parece, la falta de información se debe a que Néstor Kirchner siempre se encargó personalmente de manejar el dinero sin permitir que otros funcionarios se mantuvieran al tanto de su evolución -ya que su valor habrá aumentado notablemente gracias a los intereses devengados- o se enteraran de cuánto fue devuelto al país para costear obras públicas y, tal vez, financiar operaciones políticas.
Tiene razón el fiscal Andrés Vivanco cuando dice que es necesario que los gobernantes, o sea Kirchner y quienes lo sucedieron como gobernadores de la provincia de Santa Cruz, hagan una rendición de cuentas meticulosa del recorrido de los fondos y de su evolución, ya que la ciudadanía tiene pleno derecho a ser informada acerca del destino de cada centavo. Sin embargo, a juzgar por su conducta el ex presidente no se propone permitir que otros hurguen en lo que parece creer es de su incumbencia exclusiva, es de suponer porque, como tantos otros dirigentes tercermundistas, le es difícil distinguir entre lo privado y lo público. De todos modos, el que el ex presidente Kirchner haya preferido engañar a la ciudadanía con falsedades a informarle de lo que efectivamente ocurrió con el dinero hace pensar que lo que más teme es la eventual divulgación de la verdad. Mientras disponga del poder político necesario, podrá demorar el día en que la Justicia por fin esté en condiciones de rastrear en detalle la ruta tomada por aquellos fondos tan polémicos, pero en cuanto su popularidad comience a mermar no le será dado seguir impidiendo que todo salga a la luz y, en el caso de probarse que se cometió algún delito, lo que a esta altura parece más que probable, el ex presidente que según todos los indicios ha sido el máximo responsable de manejar los fondos santacruceños desde que están en el exterior tendrá que recibir el castigo correspondiente.