|
|
|
Edicion impresa pag. 12 y 13 »
|
|
|
|
|
|
Los que saben y los que deciden |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Leímos hace un tiempo una declaración de un hombre público en la que éste llamaba la atención sobre los déficits culturales de nuestros políticos de profesión. Este agudo crítico, que conoce bien a sus colegas, decía que los políticos argentinos no leen historia ni filosofía, que no saben idiomas ni conocen ciencias, que tienen una tendencia general al pensamiento mágico, que son, en resumen, exponentes públicos del encierro cultural que nos caracteriza como país. Opinaba que es necesario que la gente preparada, estudiosos y científicos, se les arrimen como asesores, que los desasnen, les refresquen las ideas, los actualicen sobre este mundo nuevo que nos ha sobrevenido, uno muy distinto del que ellos pudieron apreciar en sus facultades de derecho o economía. Recordamos el asunto debido a una nota en internet que de una manera indirecta nos lo evoca. Hace pocas semanas, un foro de científicos realizó en Estados Unidos una curiosa encuesta electrónica entre personalidades prominentes en diferentes disciplinas (varios titulares de un Nobel) sobre cuál era la convicción más importante mantenida por cada uno de ellos a lo largo de su vida que pudieran admitir haberla cambiado últimamente de un modo radical. Un encuestado fue León Lederman, físico famoso, quien manifestó que la convicción suya que ha sufrido un cambio absoluto se refiere a que siempre creyó que la obligación más sagrada de un científico es continuar haciendo ciencia. Ahora sabe que estaba completamente equivocado. Estoy, dice, coincidiendo con el casi póstumo consejo de mi mentor en Columbia, el eminente I. I. Rabi, quien, en nuestras sesiones de pasillo, urgía a sus estudiantes a presentarse a candidaturas políticas y ser electos. Él insistía en que ser consejero científico era en el fondo un ejercicio de futilidad porque el poder pertenece siempre a los que son electos, a los políticos en general. Pensábamos entonces, dice Lederman en su respuesta al cuestionario, que el viejo profesor hacía simplemente de humorista. Pero ahora, reflexiona, es más que evidente que tenía razón. Escribe: "Un Congreso que es totalmente dominado por abogados no tiene sentido en este siglo XXI, en el cual casi todos los asuntos tienen un contenido de ciencia y tecnología". Es seguro que aquel consejo de Isidor Rabi, nacido en 1898, fallecido en 1988 y Nobel de Física en 1944, estaba fundado en su propia experiencia. Había sido en Los Álamos asesor de Groves, burócrata omnipotente del Proyecto Manhattan, durante años consejero presidencial y miembro de la Atomic Energy Comission. Había sido también impulsor de la redacción del famoso discurso de despedida de Eisenhower en 1961, escrito en lo pertinente a la ciencia por un colega suyo, en el que el presidente advirtió a su país sobre el peligro del Complejo Militar-Industrial que se había configurado a consecuencia de la II Guerra, la de Corea y la "Guerra Fría" con la URSS, y en perjuicio de la tradición de libertad de Estados Unidos. Memorablemente, en este discurso se afirmaba que en el país había creado una industria de armamentos de vastas proporciones y ello tendría graves implicaciones para el futuro de la libertad y la democracia americana, aparte de su costo inmenso en dinero y talentos. La influencia total, económica, política y hasta espiritual de ese poder podría ser desastrosa si persistía y se incrementaba. En cuanto a la libertad de la investigación científica y el avance tecnológico, ella estaría cada vez en mayor peligro debido al régimen de fabulosos contratos establecido por el Pentágono y el sector militar con las universidades. Este hombre había experimentado en carne propia que los que deciden no son los que saben, sino los que tienen el poder, había sufrido por la banalidad de la inteligencia responsable en asuntos de gobierno. Lo que ha ocurrido en el país del Norte desde los lejanos días del discurso de Eisenhower sobre un "Complejo Militar-Industrial" que incluye el tecnocientífico ("el gasto militar actual excede todos los presupuestos de defensa de la tierra combinados, con un despliegue tecnológico sin comparación", escribe Chalmers Johnson en "Nemesis. The Last Days of the American Republic", 2007) es un caso entre los que justifican, nos parece, la salida de Lederman sobre su cambio de idea acerca de la obligación fundamental de un científico. Quiere decir que los que saben tienen que buscar poder real, no el ilusorio de asesorar a los que mandan, deben tratar de actuar políticamente en la vida pública. No podemos asegurar, sin embargo, cuál es el grado de seriedad con el que afirma ese cambio de su convicción sobre lo que debieran hacer los científicos y menos todavía apostar a que sea posible semejante hazaña contra-natura. Quizá la suya sea también una humorada, pero de todos modos lo que dice vale una reflexión. Sea como fuere, volviendo a nuestro país y a la opinión que comentamos al comienzo sobre la necesidad de que los competentes se acerquen a los políticos, los ilustren y asesoren, pareciera que las referencias de una sociedad astronómicamente más compleja que la colonizada políticamente aquí deberían hacernos dudar sobre si ese camino lleva en realidad a alguna parte. HÉCTOR CIAPUSCIO (*) (*) Doctor en Filosofía. Especial para "Río Negro"
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Los comentarios
que aparecen a continuación son vertidos por nuestros lectores
y no reflejan la opinión de la Editorial Río Negro S.A.
Los comentarios se publican sin editarlos y sin corregirlos.
Nos dejo su opinión |
|
|
|
|
|
|
24/03/2008, 15:26:01 |
|
Luis Carlos |
|
Lamentablemente, lo que Héctor Ciapuscio dice de los políticos argentinos, que "no leen historia ni filosofía, que no saben idiomas ni conocen ciencias, que tienen una tendencia general al pensamiento mágico, que son, en resumen, exponentes públicos del encierro cultural que nos caracteriza como país", también puede decirse de nuestros intelectuales. Las deficiencias indicadas se extienden a todas nuestras capas sociales. Pero además, "los que saben", hablando en particular de los científicos, saben su especialidad, y esa capacidad no se extiende necesariamente a la política. (No creo que Einstein hubiera sido mejor presidente de EEUU que FDR.) Nuestro problema político básico no es sólo, ni primordialmente, la falta de conocimientos, sino muy particularmente la falta de honestidad, y simple decencia básica, así como de un mínimo nivel de inteligencia.
Ah, y el plural de déficit es déficit, no "déficits". |
|
|
|
|
24/03/2008, 13:27:31 |
|
Manuel Fermin |
|
Adhiero a las expres. de Celia. En su reciente public. Naomi Klein en su libro "La Doctrina del Shock", expone con crudeza, como desde la Univ. de "Chicago" los catedráticos:Friedman, Harberger, Hayek y sus discipulos los "Chicago Boys", fueron el soporte intelectual de dictaduras como las de Pinochet o de gobiernos como el de Thatcher, Menem etc. Claudio Loser econ. estrella de tal univ. (N.Klein. p. 220) y otros asoc. cooptaron el FMI, al Bco. Mdial. y de ahí con sus recetas condicionaron a numerosos países con sus recetas neolib. destruyendo estados, vaciandolos, sembrando miseria, hambre y represeión en los gobiernos cooptados. El artículo me parece por demás incompleto e ingenuo. |
|
|
|
|
24/03/2008, 11:03:28 |
|
celia |
|
Desde el "sentido común" sólo puedo estar de acuerdo en parte con el Dr. en Filosofía, y es en lo siguiente:
QUE LOS COMPETENTES SE ACERQUEN A LA POLÍTICA.
Pero, "ser competente para" es más complejo que "ser culto" o "ser científico", porque requiere no sólo de "conocimiento" sino de "COMPROMISO", de VALORES, DETERMINACIÓN y CORAJE.
ESO, es así hasta para ser un "buen bombero", porque el conocimiento no otorga "arrojo", y sin él, salir "chamuscado" sin apagar el incendio es lo más probable.
Por lo tanto, en política, no debe haber científicos.
DEBE HABER COMPETENTES !!!! (como en todos lados)
De hecho el Pentágono y el sector militar de los Estados Unidos
firmaron "los fabulosos contratos con las Universidades" (donde supuestamente están los que manejan el conocimiento)
no con los "barrenderos de New york" no?
Parece ser que en "todas las grandes ABERRACIONES HUMANAS" hay científicos que están de acuerdo en firmar, y "A MAYOR CONOCIMIENTO , MAYOR DAÑO" |
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|