BAGDAD.- Cincuenta y cuatro personas, entre ellas 18 civiles, murieron ayer en diferentes episodios de violencia en Irak, incluyendo cuatro ataques con morteros contra la denominada "zona verde", el enclave fortificado que alberga la embajada de Estados Unidos.
La sangrienta jornada, que acabó además con decenas de heridos, se produjo mientras Irak entraba en el sexto año de guerra, tras la intervención estadounidense del 20 de marzo de 2003, que eliminó a Saddam Hussein pero no consiguió traer estabilidad.
Irak había gozado de una relativa calma desde el pasado 17 de marzo, cuando un atentado causó 52 muertos en la ciudad santa chiíta de Kerbala, al sur de Bagdad.
En la capital, hombres armados abrieron fuego contra peatones en una avenida comercial del barrio mixto de Zafaraniyá, según un responsable del ministerio iraquí del Interior, bajo anonimato.
Los pistoleros llegaron a bordo de tres vehículos y empezaron a disparar indiscriminadamente contra la multitud. Mataron a siete personas e hirieron a otras 16, según esa fuente. Los asaltantes huyeron luego impunemente.
Poco después, un coche bomba mató a cinco personas al explotar en una concurrida avenida del barrio chiíta de Sholla, en un lugar muy frecuentado donde paran numerosos minibuses, según otra fuente del ministerio del Interior. En el este de la capital, un cohete cayó sobre un inmueble del barrio chiíta de Kamaliyá, según el ministerio, y al menos cinco personas murieron y otras ocho resultaron heridas. Un persona murió abatida por hombres armados en el norte de la ciudad, según la policía.
Finalmente, un obus de mortero cayó por la noche en la casa de una familia cristiana en barrio de Sadun, en el centro de la ciudad, matando a tres de sus miembros, según una fuente médica. La jornada vivió además cuatro ataques a la llamada "zona verde" de Bagdad, un área ultraprotegida de la capital donde se encuentran la sede del gobierno iraquí y la embajada de Estados Unidos.
El cuarto lanzamiento de obuses de mortero contra esta área dejó cuatro heridos. Los responsables militares estadounidenses achacan tradicionalmente esos disparos a milicianos chiítas cercanos al ejército del Mahdi, la milicia del jefe radical Al Sader.
En Mosul, a 370 km al norte de Bagdad, 12 militares iraquíes murieron en un atentado suicida, y 30 personas resultaron heridas, entre ellas 25 militares y cinco civiles. Igualmente, una bomba estalló al paso de una patrulla del ejército cerca de Kirkuk (255 km al norte de Bagdad), según una fuente médica. Murieron cuatro militares, entre ellos un oficial.