Domingo 23 de Marzo de 2008 Edicion impresa pag. 21 > Municipales
LA SEMANA EN BARILOCHE: Tiempo y forma

Será tal vez por una mejora relativa de los salarios en relación con los años anteriores, o por la presión social que pide "otras formas de reclamo". Lo cierto es que en el último tiempo los planteos gremiales de los docentes ya no derivan en paros irreductibles y tienen un impacto objetivamente menor en el normal dictado de clases.

Pero mientras la prensa resaltó la buena noticia de un inicio de año "sin conflictos", perdura y crece la pérdida de clases por edificios rotos. Un clásico de febrero/marzo que en Bariloche es especialmente grave y que de parte del gobierno provincial no encuentra respuesta eficiente.

Unos 2.000 chicos de primaria no pudieron comenzar las clases en la fecha prevista porque sus escuelas estaban inhabitables. Pasados 15 días, el último miércoles había todavía 1.500 alumnos forzados a la misma espera. Algunos establecimientos abrieron sus puertas luego de apurar sólo los arreglos indispensables. En otros debieron suspender la actividad por aulas inundadas, principios de incendio o el corte del gas dispuesto por Camuzzi al detectar pérdidas en la red.

A todo esto, los funcionarios repiten como una letanía el objetivo de los 180 días de clases, convencidos de que allí está el parámetro clave de la excelencia educativa.

Lo recuerdan puntualmente cada vez que los maestros apelan a una medida de fuerza. Pero está visto que tener la escuela abierta de cualquier manera no garantiza calidad alguna. Un pibe que pase 180 días en un aula despintada, mal calefaccionada e iluminada, con el pizarrón roto y con clases de educación física en un lugar inadecuado, difícilmente cumpla los objetivos pedagógicos esperados.

Lo que cuesta entender es que el gobierno rionegrino enfrente año tras año el apremio de los primeros días de clases y no encuentre la manera de anticiparse y resolver los problemas de infraestructura en tiempo y forma.

¿Será falta de presupuesto o simple ineptitud? Es posible que una reparación de envergadura demande más recursos que los disponibles, aunque está visto que con frecuencia la vapuleada caja provincial se estira con más facilidad para otros fines. También puede ocurrir que la licitación se atrase (alguna vez, no siempre).

Pero este año llegó el primer día de clases y la mayoría de las escuelas no tenían todavía los tanques limpios, los matafuegos recargados ni la revisión de rutina que demandan los calefactores. Muchos establecimientos recién en esa semana recibieron a la empresa encargada de la desinfección y del desmalezamiento de patios.

En cada una de las agitadas reuniones que mantuvo con padres y docentes, la delegada local del CPE, Beatriz Oliva, dijo que ella trabajó "todo el verano" sin descanso. "La verdad que no se notó", confesó sin vueltas la vicedirectora de la escuela 273, Luisa Cónsoli.

Para el secretario general de Unter Bariloche, Jorge Molina, el gobierno sabe bien que no cumple como debería en el mantenimiento de escuelas, "pero prefiere actuar con el termómetro, midiendo la reacción. Cuando el enojo de los padres los supera, recién entonces intervienen y salen a poner parches".

La escuela 320 todavía no empezó las clases. Su directora, Nélida Cayún, lamentó el atraso en las reparaciones del edificio. "A fin del año pasado cumplimos con el relevamiento, después vino el arquitecto a constatar y hasta nos pidieron un cronograma de porteros para enero a fin de que la escuela esté siempre abierta -reseñó-, pero la obra recién comenzó en marzo".

Su mayor preocupación es planificar la recuperación de contenidos "porque los chicos recién comenzarán las clases en abril y no son culpables de lo que pasa. Tienen derecho a recibir la mejor educación, en especial los de 7º, que deben estar bien preparados para el secundario".

La necesidad de lidiar con sillas que faltan, calefactores rotos, la atención de técnicos y obreros es por estos días el cometido principal de muchos directores.

"Es algo que realmente desgasta y desalienta y lo decimos en todas las reuniones que podemos, pero nunca se corrige", reconoció Cónsoli.

La deserción estatal alienta en muchos casos la conformación casi desesperada de cooperadoras de padres que tratan de cubrir los agujeros. Una solución que tiene su mérito como experiencia de autogestión colectiva, pero que contribuye a hundir la prestación de un derecho básico en la desigualdad más rampante.

Una tendencia que empezará a cambiar el día que los chicos puedan tomarse un helado o bañarse en el lago mientras disfrutan de su enero bien ganado con la seguridad de que en ese mismo instante alguien piensa en ellos y trabaja a toda marcha para dejarles la escuela como nueva.

DANIEL MARZAL

dmarzal@rionegro.com.ar

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí