| * "... era muy amigo del cacique Manuel Namuncurá, gracias a él hizo plata. Lo recibió como a uno de ellos. Los mapuches y los que venían de Arabia (sic) tenían muchas cosas en común: el respeto a la tierra, el honor, el amor a la familia. También conoció a doña Rosario Burgos, la madre de Ceferino, que era blanca, muy culta, manejaba casi todo en la casa de Manuel. Ella le enseñó el castilla (sic) a mi padre y se entendieron bien porque los dos eran cristianos. Muchos años después mi padre me contaba que tenían conversaciones entre los tres, pero cuando había que hacer negocios se quedaban solos Manuel y mi padre. No aparecía ni rosario ni ninguna de sus otras mujeres." (de Moisés Roca Jalil, hijo menor de Simaan Rouckos Khalil.) * "... el responsable de que Neuquén haya superado a Zapala es tu padre. Cuando Felipe asumió como gobernador, Neuquén tenía dieciocho mil o veinte mil habitantes y Zapala nueve mil o diez mil, todavía eran equivalentes. Tu papá me dijo: 'Mirá, Amado, hay que hacer crecer a Neuquén capital, porque si no General Roca, que es poderosa, va a manejar toda la riqueza de la producción: hay que hacer que Neuquén maneje todo el Valle'. Discutimos mucho con Felipe, le dije que lo mejor era seguir con el centro de la economía en Zapala, pero tu padre consiguió que la Confluencia sea lo que es hoy". (de Amado Sapag) * " Cuando acompañamos a Perón en Venezuela, John William Cooke nos contó sobre el valioso papel que jugaron los Sapag de Neuquén. Los obreros de YPF fabricaban los caños (bombas caseras) y tus familiares los trasladaban a Chile vía San Martín de los Andes. Cooke los hacía pasar por distintos lugares de la frontera y así llegaban a Buenos Aires. Por esa vía iba el caño vacío, por razones obvias, pero también mandaban caños ya cargados con explosivos hacia Bahía Blanca y Córdoba. Yo le conté una anécdota a un amigo mío, Alejandro Tarruella, que la incluyó en su libro sobre la Resistencia: una vez, don Felipe tenía que entregar un cargamento, pero los compañeros que vinieron en camión desde Buenos Aires se quejaron de que la gelignita se olía desde lejos. Don Felipe les dijo: 'vayan tranquilos a descansar, que yo cargo el camión y todo va a andar bien'. Cuando volvieron, tu padre les pregunto : 'a ver, ¿qué huelen?', y la carga olía a manzanas, porque los caños iban embalados en cajones de frutas y casi todo el cargamento era realmente de manzanas". (de Enrique Oliva) | |