Viernes 21 de Marzo de 2008 Edicion impresa pag. 22 y 23 > Internacionales
CONTEXTO: Férrea censura se suma a la represión

China ha aislado casi totalmente el Tíbet tras los sangrientos disturbios: ayer fueron expulsados de la región los últimos periodistas extranjeros que allí quedaban, los alemanes Georg Blume, corresponsal del diario "Die Zeit" y "taz", y Kristin Kupfer, de la revista austríaca "Profil". Pekín había prometido más apertura para los Juegos Olímpicos, pero al parecer esa promesa ya no es válida.

La cúpula china bloqueó totalmente el acceso a Tíbet alegando consideraciones de seguridad, y al mismo tiempo acusó a los medios occidentales de ofrecer una información tendenciosa. "Algunas informaciones no tienen nada que ver con los hechos", comentó el portavoz del ministerio de Exteriores chino, Qin Gang, que exigió a la prensa un comportamiento "responsable".

La asociación de periodistas Reporteros Sin Fronteras habló de más de 40 casos en los que se impidió a corresponsales realizar su trabajo o en los que las fuerzas de seguridad intentaron evitar trabajos de filmación, confiscaron material grabado y cortaron las calles. Un equipo de televisión finlandés fue detenido en Xiah, en la provincia de Gansu, de forma provisional.

Las autoridades chinas reaccionaron al problema tibetano con "violencia y silencio", criticó la organización que vela por la libertad de prensa en todo el mundo. No sólo el aire es escaso en la región elevada más grande del mundo, sino también la información: por norma general, los corresponsales en Pekín apenas pueden tener acceso a teléfonos para preguntar a testigos.

Durante horas llaman diariamente a las autoridades, testigos privados, hospitales y agentes de viaje. Con frecuencia sin éxito, porque está prohibido hablar sobre los hechos. Todo lo que tenga que ver con muertos es "secreto", declaró un funcionario. De ahí que las fuentes más importantes sean por ello tibetanos en el exilio que tienen contactos en el "techo del mundo": sus informaciones son consideradas por muchos las más fiables, incluso cuando los exiliados persiguen sus propios objetivos.

El flujo de noticias a Pekín, donde la mayor parte de los corresponsales tienen su sede, es frenado por la censura china. En los medios controlados por el Estado aparecen sólo informaciones que presentan la actuación de las fuerzas de seguridad desde un punto de vista positivo. Las páginas de internet como Youtube fueron bloqueadas para evitar que se colgaran videos de manifestantes y la conexión con Yahoo! se colapsa en cuanto se escribe "Tíbet".(DPA)

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